«Lo único que existía era una promesa y un solar muy grande». De esta forma define Voro Cerdán, quien fuera responsable de educación de la Asociación de Vecinos de Patraix, la «tomadura de pelo» que supuso en su momento el anuncio y la no construcción (hasta ahora) del nuevo instituto de Patraix. Una «promesa» que marcó la calidad educativa de varias generaciones de un barrio.

La demora en su construcción provocó que los colegios de la zona tuviesen que albergar parte de la educación secundaria (primero y segundo de ESO) con el fin de descongestionar el IES Juan de Garay. Como el CEIP Jesús, el Santo Ángel de la Guarda o el Soto Micó. Este último es el único que aún mantiene la secundaria en sus aulas prefabricadas, por lo que su director, Jesús Manuel Serna celebra que sus alumnos reciban, por fin, la educación secundaria en un instituto, pese a que asegura que no sufrieron carencias importantes.

Educación «desigual»

El IES Juan de Garay es el único en la ciudad de València con un sistema de doble turno de mañana y tarde en la ESO inaugurado en 1987. Este último finaliza a las 21.30 horas, por lo que han sido muchos los alumnos que abandonaron el centro y muchos otros a los que sus padres tienen que seguir recogiéndoles con el fin de la jornada. «Se hizo un 'tetris' con los alumnos y el horario cómo se pudo, pero esta es una hora muy mala para salir del centro, y más en un entorno rodeado por descampados y por un espacio de desintoxicación donde reparten metadona», asegura María José Jiménez, presidenta del AMPA del instituto.

La saturación del IES obligó a mantener clases con hasta 35 alumnos en Bachillerato, aulas insuficientes y el desgaste del edificio. «Tenemos ladrillos que se caen, claro, pero lo peor es no poder cumplir con la normativa de la Logse en la que se pide un ratio determinado de profesores por aula», explica el director del instituto, Tomás Igual. Asegura que ha sido insostenible mantener cierto tipo de cosas. Como que solo haya una sala de plástica por cada tres profesores de dibujo, o cinco maestros de tecnología por un solo laboratorio. «Todo esto redunda en que el alumnado ha desarrollado su educación en las mismas condiciones que hace treinta años», asegura Igual, «jugando en una posición desigual con el alumnado del resto de la ciudad».

De hecho, Jiménez reconoce que, pese a los intentos de la dirección por brindar una educación digna, esta saturación se ha estado reflejando (a la baja) en los resultados en la Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU).