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Patrimonio

Un nuevo estudio de la UV revela que el Santo Cáliz es el auténtico

La historiadora valenciana Ana Mafé completa su investigación y concluye que el cáliz de València pudo ser, con el 99,9 % de probabilidades, el que utilizó Jesucristo en la Última Cena

El Santo cáliz descansa en la capilla de la Catedral de València

La autenticidad o no del Santo Cáliz de la ciudad de València hace años que se convirtió en un acalorado debate entre quienes encuentran en el «santo» objeto aquel que Jesucristo levantó entre sus manos en la Última Cena y quienes, por contra, consideran que no es más que una imitación (bastante elaborada, cabe decir) que los arqueólogos consideran de origen oriental y de los años 100 al 50 antes de Cristo. Los continuos estudios en torno a la veracidad del cáliz fueron calmando poco a poco los ánimos al ir revelando su originalidad. El último (hasta ahora) fue realizado por el profesor y arqueólogo Antonio Beltrán en el año 1960: «El Santo Cáliz de la Catedral de València». Un informe que aumentaba las posibilidades de su autenticidad y el cual nunca fue refutado.

Un nuevo estudio, sin embargo, confirmará definitivamente que el Santo Cáliz de València es el auténtico Santo Grial (al menos al 99,9 %, dado que la seguridad a ciencia en este tipo de cuestiones es harto complicada). Se trata de la primera tesis doctoral que concluye que el Santo Cáliz de València pudo ser el que se utilizó en la Última Cena, según la metodología aplicada.

La investigación ha sido realizada por la valenciana Ana Mafé, doctora en Historia del Arte por la Universitat de València (UV), quien expondrá las conclusiones del estudio el próximo miércoles 27 de febrero a las 12.00 horas en el Museo Aula Grial, muy próximo a la catedral de València. El acto contará con la asistencia de Josep Gisbert, director general de Turismo de la Comunitat Valenciana; Sandra Gómez, primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de València; Juan Miguel Díaz Rodelas, custodio celador del Santo Cáliz de València; y la investigadora Ángela Di Curzio, doctora en Historia del Arte por la Universidad de Roma.

Estudios anteriores

Ante la veracidad del Santo Cáliz, se registra admiración y escepticismo a partes iguales. Los detalles de oro, las perlas y las piedras preciosas (como esmeraldas y rubíes) que adornan el cáliz hacen recelar a quienes les resulta más que extraño que un carpintero pudiese tener en su poder una joya de tal calibre. Las investigaciones realizadas a lo largo de los años para descubrir la autenticidad del cáliz reveló, no obstante, que se trata de elementos que se fueron añadiendo con el tiempo.

Y es que la taza finamente pulida en ágata que se sitúa en la parte superior de la copa es la verdadera reliquia. El resto del cáliz fue diseñándose de tal modo que esta parte, que muestra vetas de colores cálidos cuando refracta la luz, no tuviese que ser tocada al agarrarlo. Las asas, el pie de oro y los correspondientes adornos (las joyas datan de la época medieval) se fueron añadiendo con el tiempo, según indica el estudio del profesor Beltrán.

Cómo llegó a la ciudad

Según explican los diferentes estudios, el cáliz habría salido de la ciudad de Jerusalén, lugar en el que tuvo lugar la Última Cena, a través de San Pedro (el primer Papa) quien se llevó el cáliz a Roma con el objetivo de utilizarla para la eucaristía. No obstante, para salvar el Santo Cáliz de la persecución católica originada por el emperador Valeriano en el siglo III, se decidió enviarla a Huesca. Después de haber sido trasladado por varios puntos de España en diferentes ocasiones, el cáliz llegó a València en 1416 tras la subida al trono de Alfonso el Magnánimo como pago de una deuda.

Más tarde, durante la Guerra Civil, el Santo Cáliz permaneció oculto en el pueblo de Carlet ante el miedo de un posible robo. Ahora descansa en la capilla del Santo Cáliz de la Catedral de la ciudad.

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