Los niveles de polución descendieron el pasado año en València respecto a 2017, una circunstancia que coincide con la leve bajada del vehículo privado que ha experimentado el «Cap i casal». La plataforma València per l'Aire asegura que se ve «una correlación muy clara entre la reducción de los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2), que son los gases contaminantes que emiten los coches, con la caída de la intensidad media diaria de 2018».

Sin embargo, el colectivo hace dos importantes matizaciones. La primera es que la mejoría en la calidad del aire es «insuficiente», ya que el descenso del tráfico fue del 2,2 %, «todavía muy poco para apreciar beneficios claros para la salud de las personas». La segunda es que se trata de mediciones de la red oficial, es decir, de las seis estaciones de la red de vigilancia de la Generalitat Valenciana. En este punto recuerdan que, pese a que se acaba de poner en marcha un nuevo punto en la plaza del Ayuntamiento, son todavía insuficientes y además están alejados de los focos de contaminación real. Hay que recordar que un informe propio de València per l'Aire con muestras junto a colegios y centros hospitalarios, el valor medio anual de NO2 superaba los valores máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (42,1 microgramos frente a los 40 ug/m3).

Respecto a los datos de la red oficial, ninguna de las seis estaciones de vigilancia superó el valor máximo permitido de gases contaminantes en 2017 y 2018. Sin embargo, los valores de NO2 sí se rebasaron en 2016 en la estación de la Pista de Silla, lo que según el ley estatal sería motivo de incumplimiento de la calidad del aire de la ciudad.

Como explican desde València per l'Aire, el 80 % de la contaminación en las ciudades procede del tráfico de los vehículos, por eso la bajada en los indicadores de NO2 (gases que emiten los motores de combustión) es una buena noticia para la ciudad. Con todo, reiteran que es insuficiente. «Las políticas de movilidad en València están dando resultados esperanzadores, no están enseñando el camino de lo que debemos hacer para tener una ciudad más saludable, pero es todavía con un porcentaje muy bajo. Para que realmente nuestra salud lo note deberíamos tener descensos del tráfico más contundentes, del 20 % anual, y no quedarnos en un 2 %», explica José Manuel Felisi, portavoz de la plataforma que reúne a colectivos sociales, vecinales, educativos y ecologistas.

Felisi asegura que la receta para reducir la contaminación (y por extensión el uso del coche) se basa en dos pilares: «Hay que controlar el estacionamiento en destino, garantizando solo el de los residentes, y hay que impulsar la conexión metropolitana del transporte público, porque el 74 % del problema radica ahí, fuera de València. La ciudad cumple, mientras el área metropolitana no», explica.

Mientras València ha mejorado en valores de NO2, no puede decir lo mismo en cuanto a partículas en suspensión, especialmente las más pequeñas, las PM2.5. Los datos oficiales muestran que se supera el umbral recomendado por la OMS en cuatro estaciones (los valores legales son mucho más altos), mientras que la Pista de Silla y el Politécnico, además, superaron los valores OMS de PM10. Según Felisi, este hecho está muy relacionado con el aumento de las grandes obras en la ciudad, como el Parc Central.