Bioparc València reiteró ayer su propuesta de creación de un nuevo parque acuático como ampliación de las instalaciones ya existentes. Tal y como adelantó el director general del centro, Luis Ángel Juez, el nuevo diseño se presentará al Ayuntamiento de València el próximo mes de abril para su consiguiente aprobación una vez pasado el verano. Se prevé que las obras finalicen en 2021, momento de su apertura.
La propuesta de un parque fluvial de aventuras valenciano no es nueva. Según confirmó Juez, este estaba preparado pero nunca se concretó a causa del «nivel de exigencia». Inicialmente, el proyecto relegaba a un segundo plano los juegos acuáticos a favor de actividades como el «canyoning» o el «río lento», lo que planteaba una doble problemática. Por un lado, este concepto ofrecía poca rentabilidad por su reducida capacidad de afluencia y, por otro, no presentaba ninguna novedad. Y es que, las atracciones planteadas son comunes en otros parques de la misma índole. En este sentido, el director general afirmó que contemplaron la posibilidad de «dar un paso adelante y pensar en atracciones icónicas».
Respecto al funcionamiento del nuevo parque, la intención es conseguir la máxima capacidad en el menor tiempo posible, por lo que este podría permanecer abierto entre ocho y nueve meses al año. De hecho, Juez informó que ya ha recibido ofertas de empresas internacionales, como holandesas y americanas, por lo que augura un parque de referencia.
Además, durante la comparecencia también se expusieron las nuevas líneas de actuación previstas para el año 2019, que se centran en la protección medioambiental, políticas de sostenibilidad y recuperación del patrimonio valenciano.
No al plástico
De este modo, Bioparc anunció la retirada de todos los enseres plásticos de primer uso de sus instalaciones, tales como platos, cubiertos o envases. En su lugar, se emplearán materiales de fibra vegetal que sean compostables, biodegradables y reciclables.
Al mismo tiempo, «por su valor social y de memoria», el parque anunció su proyecto de rehabilitación y restauración de las alquerías del Rey y Casa de Figuerols. Su historia se remonta a más de 500 años atrás y son el único emblema vivo de la malograda Huerta del Pouet.
