Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Patrimonio

Las ruinas del circo romano salen a la vista en San Juan del Hospital

La espina o muro central del "estadio romano" se abre al público dos décadas después de su hallazgo

Las ruinas del circo romano salen a la vista en San Juan del Hospital

Más de dos décadas después del hallazgo fortuito de la «spina» del circo romano, el muro medianero que separaba las dos calles por las que corrían las cuadrigas, este importante patrimonio arqueológico ha sido puesto en valor y puede ser visitado en el patio y antiguo cementerio medieval de la iglesia de San Juan del Hospital, en la calle Trinquete Caballeros. La espina del circo ha quedado a la vista a través de una cripta arqueológica, construida en el patio de esta iglesia, considerada la más antigua de la ciudad, que permite ver uno de los dos muros que la formaban, cuya trama se recrea igualmente en el patio, y que da idea de la dimensión de esta colosal construcción de época romana.

El circo, de cuya existencia apenas había documentación hace unos años, ha aflorado en un decena de puntos de la ciudad, en obras de urbanización, construcción o rehabilitación de inmuebles, en el ámbito comprendido entre las calles del Mar, la Paz, Almirante y Comedias. El hallazgo más reciente se encuentra en el Palacio de Valeriola, anexo a San Juan del Hospital, donde el año pasado se localizó un grueso muro que correspondería al graderío del circo. El edificio, adquirido por Hortensia Herrero (vicepresidenta de Mercadona) para crear un nuevo espacio cultural y de exposiciones, integrará estas ruinas en el patio y serán visitables.

Por primera vez los valencianos podrán visitar las ruinas del circo romana, que hasta ahora solo habían sido puestas en valor e integradas en un restaurante de la calle San Vicente. También el dueño del hotel Caro incorporó en el restaurante del establecimiento algunas piezas del circo romano recuperadas en la excavación arqueológica realizada durante las obras de restauración del Palacio del Marqués de Caro.

La localización del circo romano en el subsuelo de València ha sido uno de los hallazgos más sorprendentes e inesperados en la historia de la arqueología de la ciudad. Muchos dudaban de su existencia, si bien los indicios que fueron apareciendo en puntos como la plaza Nápoles y Sicilia, donde en los años 90 salieron a la luz el muro occidental, la arena y los carceres (compartimentos donde se colocaban los carros para el inicio de la carrera) no dejaban lugar a dudas, Valentia tuvo circo, alejado del foro, como solía ocurrir, dadas las grandes dimensiones de estos espacios de ocio de época romana.

La identificación del circo romano fue posible gracias a un continuo y sistemático trabajo de arqueología urbana, desarrollado entre 1987 y 1997. Hasta entonces ningún testimonio histórico, epigráfico o toponímico indicaba que en Valentia se celebrasen carreras de carros, atribuyendo este hecho erróneamente a la escasa importancia de la ciudad en época romana.

Las carreras de cuadrigas, que inmortalizaron películas como Ben-Hur, eran espectáculos multitudinarios que se celebraban el circo. Y Valentia también tuvo el suyo.

La investigación llevaba a cabo por el arqueólogo y experto en el periodo romano Albert Ribera ha permitido determinar que el circo de Valentía tuvo 350 metros de largo por 75 de ancho y capacidad para unos 10.000 espectadores. Fue construido en el siglo II y permaneció en activo probablemente hasta el siglo V, durante unos 300 años. La iglesia de San Juan del Hospital fue construida precisamente sobre este circo, por lo que su espina atraviesa completamente su conjunto monástico, en cuya construcción se reutilizaron los materiales del circo romano. Fue durante las obras de restauración del mausoleo barroco de la emperatriz Constanza, en 1996, cuando al excavar el suelo apareció una cripta con abundantes restos óseos (se documentaron 1.400 enterramientos) bajo los cuales se encontraron las ruinas del circo romano.

El autor del hallazgo fue el sacristán Elías Pérez, ya jubilado, que ayer asistió a la apertura al público de la cripta arqueológica quien explicó la emoción que le produjo el hallazgo. En la cripta, de grandes dimensiones, se hallaron los restos del muro y estratos de grava (arena del circo).

También se recuperaron restos de objetos cotidianos y ajuares, como tarros de esencia, lacrimarios, copas, pulseras y cuentas de collar.

Compartir el artículo

stats