La inauguración del Anell Ciclista en la ciudad de València y las consiguientes aperturas de nuevos carriles bici han desatado una oleada de malestar entre quienes denuncian la restricción que supone a la movilidad en vehículos motorizados. Pese a ello, desde la inauguración del mismo, el número de usuarias y usuarios que utilizan el carril diariamente no ha hecho más que aumentar.

Concretamente, en dos años el número de personas que pasaron por el carril bici situado en la calle Xàtiva asciende ya a los 1.930.536 usuarios. De hecho, fuentes municipales de la Concejalía de Movilidad que dirige Giuseppe Grezzi aseguran que, en este mismo punto y durante el mes pasado, se superaron los 5.000 personas diarias que circulaban en bicicleta o patinete eléctrico.

Un éxito a todas luces visible que ayer se celebraba en la explanada de la Plaza de Toros de València. Decenas de personas acudieron al encuentro para apoyar una iniciativa que busca «la libertad de elección a la hora de la movilidad», indicaba ayer Belén Calahorro, coordinadora del Congreso Ibérico de la Bicicleta. Amenizado por la música del grupo valenciano Santero y los Muchachos, Calahorro aseguraba que, en una ciudad «perfecta para la bici» y donde los niveles de polución superan los recomendados, «hay medios de transporte que no deben ser animados a usar». Asegura que estas cifras al alza pueden llegar a «animar a que más gente coja la bici, a normalizar la situación». Es por ello que, durante la celebración del aniversario del carril bici, se anunció la inauguración (a lo largo de esta semana) de un nuevo contador de usuarios. Esta vez, el nuevo dispositivo visibilizará, en tiempo real, el número de personas que discurren por este tramo de la calle Xàtiva. «Contará las personas que circularon desde 2017, las que lo hacen desde 2019 y las que circulan a lo largo del día; lo que ayudará a que más gente se anime», explica Calahorro.

Un debate constante

No obstante, asegura que es «necesario» el debate para obtener el cambio. Haciendo un paralelismo con la prohibición del tabaco en los locales, Calahorro asegura que en un inicio se habló incluso de que la medida supondría el cierre de los bares. «Sin embargo, ahora no vemos normal fumar dentro de un restaurante». Son «cambios de etapa», reconoce, que «pueden llevar décadas hasta su completa normalización», pero que «son necesarios» para el bienestar de todos.