Pasadas las Fallas poco rastro queda de ellas más allá de la jaula de les mascletades, ya en proceso de desmontaje, o el perímetro de la estructura de la Virgen, que ayer todavía estaba montado en la plaza que lleva su nombre. La ciudad pasa de las aglomeraciones y del olor a pólvora, buñuelos y, todo sea dicho, orines, a un ambiente mucho más relajado que, además, en días como ayer, con 22 grados de máxima, turistas y autóctonos aprovechan para recorrer sus calles, plazas y monumentos de una forma más relajada. Muchos son, de hecho, los que prefieren visitar la ciudad los días previos o posteriores a una fiesta cada vez más masiva.

Entre ellos encontramos, en medio de una visita guiada, a un grupo de italianos procedentes de Roma. Una de ella, Daniela, reconoce que decidieron venir este fin de semana «porque nos dijeron que en Fallas había mucho caos y que era mejor llegar ahora para visitar la ciudad y gozarla con más tranquilidad». Ella viene atraída por un turismo cultural que ahora «se puede apreciar mucho mejor» y en su periplo de dos días ya había visitado puntos clave como la Lonja, las Torres de Serranos, la plaza de la Reina, la Catedral o la Almoina.

De la misma opinión eran un grupo de amigos procedentes de Barcelona. Algunos de ellos, todo sea dicho, ya habían estado en Fallas, por lo que ahora se decantan por otras fechas: «Me gusta disfrutar de esta ciudad, pero no con tanta gente como en fallas», dice Angelina. A lo que su amiga Rosa agrega: «Yo para Fallas no vendré nunca porque me intimida mucho tanta gente y tanto ruido. Aunque es una fiesta bonita, prefiero verla por televisión sin estar sufriendo tanta cantidad de gente y de ruido que es agobiante».

También los hay que, simplemente están aquí ahora porque es cuando les venía bien por un motivo o por otro. En esta situación se encontraba el francés Bruno, residente en Barcelona y cuyo hermano se encontraba unos días en Alicante: «Nos venía bien València por estar a media distancia de los dos», decía para agregar que lo que más les había gustado era «el Oceanogràfic y la Ciudad de las Ciencias con su diseño tan futurista». De hecho tenían pensado volver a ella antes de irse.

Dentro de la Lonja de la Seda nos encontramos a Belén y varias amigas, procedentes de Lugo. Ella reconoce que estos días posteriores a la gran fiesta «son mejores para ver muchas cosas de forma más relajada». Eso sí, también valora que pudo todavía apreciar elementos falleros como la estructura de la Virgen en la plaza. Y cuenta que visitaron el Museo Fallero. A lo cual agrega una sugerencia que bien podrían apuntar los candidatos y candidatas a las próximas elecciones: «Nos gustó mucho el museo, pero te pierdes las dimensiones de una falla. Estaría muy bien que indultaran a alguna completa y la tuvieran expuesta permanentemente en un sitio protegido y donde cupiera bien, como el Ágora, por ejemplo». Quién sabe, tal vez algún día su deseo sea una realidad.

También hay quien, una vez visitada València fuera de Fallas, se plantea venir en otra ocasión durante la fiesta o traer amigos o familiares para que las conozcan. Es el caso de la ucraniana Irina, que acaba de traer a su madre por unos días pero quien avanza que el próximo año quiere que venga en Fallas porque «ha visto muchos videos y fotos y le gustan mucho».