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Una tradición para nada olvidada

La nostalgia y el futuro hechos postal

El diseño urbano da forma a las postales de los artistas Adolfo López y David Van der Veen - Aseguran que el souvenir en València está «muy maltratado»

La nostalgia y el futuro hechos postal

Solo hace falta callejear un poco por Ciutat Vella para encontrar lo que, seguramente, se convertirá en una de las joyas del casco antiguo. A pocos pasos de la Lonja, en el lugar donde, desde hace tiempo, se vendían sortijas y ropa con la identidad propia (tachada por algunos de «alternativa») que requiere el barrio histórico, se encuentra ahora uno de esos lugares que sirven para recordar la ciudad y, por qué no decirlo, también la historia y tradición. Se trata de La Postalera, la primera tienda de València especializada en postales que, con ilustraciones de diferentes espacios, pretende reinventar el típico souvenir y hacer de él un objeto de diseño.

Hay quien los tacharía de atrevidos o imprudentes, arriesgándose a alquilar un local para lucrarse (o, si no es mucho pedir, no caer en bancarrota) con un producto que hace tiempo está de capa caída. Lo cierto es que, como bien esbozan los impulsores de este local, sito en la calle Danzas (número 3), también es de visionarios. En una época en la que lo «antiguo» ha vuelto a convertirse en tendencia y en la que no está de más recordar las raíces ante un mundo frenético, ellos han conseguido dar con la joya de la corona, aunque lo cierto es que ya habían puesto sus postales a la venta en decenas de tiendas de souvenirs de la ciudad antes de lanzarse a la piscina. Fue cuando sintieron que las postales se agotaban con más rápidez de la que esperaban, el momento en el que dieron el paso.

«El souvenir en València está muy maltratado: lo mismo te encuentras una flamenca comiendo una paella, que un delantal con flecos. La tecnología parece que está acabando con costumbres tan típicas como las postales, por eso queremos dar un impulso a una tradición que no está para nada olvidada», reconoce Adolfo López, uno de los propietarios de La Postalera.

Él es fotógrafo y ha puesto en marcha este proyecto junto al ilustrador David Van der Veen. Ambos reconocen que enseñar lo mejor de València está «en sus manos» y por ello cuidan al máximo la estética tanto de su producto como de su local. Tanto es así que sorprende al visitante el contraste entre esos techos bajos y la antigüedad de los muros que resguardan el lugar con el interior del mismo. Un espacio amplio y colorido como lo son las postales, la característica más resaltada por Adolfo.

Los dibujos (de mano de ilustradoras como Cecilia Plaza e ilustradores como Closca; aunque la idea es colaborar cada vez con más autores) quieren abarcarlo todo: desde las calles de Russafa, hasta las coloridas casas del Cabanyal, los tradicionales azulejos valencianos, la cúpula de la Iglesia de San Nicolás o las fachadas antiguas; también fiestas populares como las Fallas y el plato fuerte de «la terreta»: las naranjas y la paella. «Queremos que se reconozca la ciudad, pero que puedas llevártela a casa reinventada, vista de otra manera», relata Adolfo.

Desde que inauguraron la tienda, el 7 de marzo, han pasado por su local todo tipo de perfiles: desde turistas que iban buscando la otra cara de la ciudad, hasta las propias vecinas y vecinos. Historiadores, ilustradores y guías de viaje también han visitado este establecimiento con apenas un mes de vida. «Agradecen que se cuenten partes de la ciudad que de normal no estaban contándose», cuenta Adolfo. De estos últimos, dicen, han aprendido mucho de los recovecos de la ciudad para, después, plasmarlo en sus ilustraciones. «Lo bueno que tenemos es que con la capacidad de crear podemos hacer cualquier cosa, la idea es evolucionar», asegura uno de sus impulsores.

Servicio de envío

La idea de La Postalera se completa con su servicio de mensajería. Desde la misma tienda, en su sección de «Let's Write» el visitante puede escribir la postal y echarla en su buzón para enviarla directamente. Se recupera así la tradición de escribir y echar al buzón una postal y la sensación de nostalgia de quien la envía y la de alegría de quien la recibe.

«Aunque nos hemos dado cuenta de que son pocos los que envían la postal y muchos más los que prefieren venir, contemplar la exposición, y comprar una de ellas para decorar su habitación o usarlas como marcapáginas. Esto también es bonito, ese punto coleccionista de nuestro trabajo», esgrime Adolfo López.

David Van der Veen, por su parte, señala que «València es preciosa y la inspiración me viene sola cuando paseo por sus calles. Haber vivido fuera me ha dado una visión muy diferente. Siento que la ciudad está floreciendo».

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