La conmemoración del año jubilar vicentino presenció ayer uno de los momentos más especiales con la procesión extraordinaria e inédita que recorrió las calles principales de la ciudad que le vio nacer. Un acto del que no se guardan precedentes, salvo en 1955, cuando se conmemoró el quinto centenario de la canonización del santo valenciano, tan aclamado como admirado por los fieles de la ciudad.

Ahora, 64 años después, la diócesis de Valencia celebra de nuevo un Año Santo Jubilar Vicentino concedido por el papa Francisco, a petición del cardenal arzobispo de València, Antonio Cañizares, con motivo en esta ocasión del 600 aniversario de la muerte de San Vicente Ferrer, en Vannes (Francia) ocurrida el 5 de abril del año 1419.

Con diez minutos de retraso y algún que otro tropiezo (el caballo que tiraba de la roca de San Vicente Ferrer del Corpus que iniciaba la procesión se resbaló con el primer empuje al altar) daba inicio la procesión. Con una generosa representación de las falleras mayores de las habituales comisiones invitadas (lo que ayudó a dotar de más cuerpo a la procesión), el acto llegó a contar con la presencia de una treinta de altares de toda la Comunitat Valenciana. Ni siquiera en 1955 se había logrado congregar tal cantidad de imágenes en honor al santo que, recordado por todos por su «mensaje de paz y ayuda al necesitado», murió para ganar la inmortalidad.

Fue una procesión en la que, entre otros, se pudo ver al concejal de Ciudadanos, Fernando Giner, al edil de Cultura Festiva, Pere Fuset y al de Urbanismo, Vicent Sarrià. Y que, cabe señalar, ganó más empaque del esperado, movido por el esfuerzo de la Junta Central Vicentina, así como del propio Ayuntamiento de València. El consistorio, de hecho, asumió los costes derivados de la salida del altar principal de la Casa de las Rocas (previamente, había que sacar otras tres y la figura de San Cristóbal). El altar originariamente dedicado a San Vicente Mártir y modificado posteriormente para dignificar la figura de San Vicente Ferrer, cuya figura principal representa al santo como ángel del Apocalipsis. Delante de ella, la figura de Sansón luchando contra un león con la que se pretende simbolizar la «fortaleza» y el «poder sobrenatural» del santo valenciano, fue admirada por cada uno de los que ayer disfrutaron de la procesión a la que la figura de la Mare de Déu ponía el broche de oro.

Volteo extraordinario de campanas

Asimismo, durante la mañana de la celebración del año jubilar, los Campaners de la Catedral de València realizaron un volteo extraordinario con una decena de campanas del Micalet (en la que se encuentra la campana más antigua de la dedicadas al santo valenciano, datada de 1559) en honor al sexto centenario de la muerte de San Vicente Ferrer en la localidad francesa de Vannes.

El volteo fue realizado con diez de las once campanas del Micalet, pero no volteó la Caterina, la más antigua, del año 1305, que se reserva para el Corpus Christi o el anuncio de un nuevo Papa o Arzobispo, explicó el presidente de los Campaners, Francesc Llop.