El exvicealcalde de València, Alfonso Grau, basa su defensa en el juicio por cohecho y blanqueo de capitales en el que se enfrenta a seis años de cárcel, en dos ideas fuerza: los relojes de la polémica se los regaló un familiar, que declinó identificar, por tanto defendió que «no hay cohecho». Y el dinero en metálico procedía de la clínica de su primera mujer, fallecida en febrero del año 2010, el mismo año en que sucedieron los hechos delictivos que se juzgan desde la semana pasada en la sección segunda de la Audiencia de València.

Grau negó haber recibido nunca regalos de ningún contratista del Ayuntamiento de València, «más allá de una botella de vino, champán o alguna corbata». A preguntas de su abogado, Jesús Bonet, explicó que desde que «entré en el Ayuntamiento de València, el 7 de julio de 1995, se nos advirtió de la prohibición de recibir regalos y se nos informaba que una cosa era recibir una botella de vino o una corbata, pero no otro tipo de regalos». Obviamente, también rechazó absolutamente haber influido en las adjudicaciones del Ayuntamiento de València a las empresas del grupo Transvía.

Sin embargo, la sección de delitos económicos de la Fiscalía Provincial de València asegura en su escrito de acusación que el empresario de Transvía, Urbano Catalán, adquirió un reloj Breguet Classique en la conocida joyería Rabat de València el 29 de diciembre de 2010. Al día siguiente, el exvicealcalde de València visitó la misma joyería para adquirir un reloj de oro de caballero por importe de 25.680 euros, marca Lange. Una nueva adquisición que abonó mediante «la devolución de un reloj de oro de caballero Breguet Classique» y una cantidad de dinero en metálico «cuyo origen no se justificó ante la Agencia Tributaria».

Misma operativa durante dos años

La misma operativa en las mismas fechas se repitió un año después. El 28 de diciembre el empresario procesado adquirió un Piaget Polo 45 MM Tit AC Cromo. Doce días después Alfonso Grau visitó la joyería para entregar el Piaget y adquirir un Vachever Patrimony Contempor valorado en 16.825 euros.

Sin embargo, la tesis que defiende Alfonso Grau es que los relojes que devolvió se los regaló un familiar a quien declinó identificar pese a la insistencia del fiscal. «Vengo siendo víctima de una persecución inmisericorde, al extremo tal de que entidades bancarias me han echado, una de ellas por riesgo reputacional. Como puede comprender no voy a meter a nadie de mi familia en la misma persecución. Qué importa quién me lo regalase, si no fue Catalán no hay cohecho», defendió el exvicealcalde.

También ofreció una explicación para los 17.410 euros que abonó en metálico en la Joyería Rabat (12.160 euros en el primer reloj y 5.250 euros en el segundo). Según Grau este dinero del efectivo efectivo que acumulaba en casa por la profesión de médico de él y de su primera mujer, ginecóloga de profesión. «Pagué en efectivo porque siempre hemos tenido dinero en efectivo en casa. Mi mujer y yo somos de la promoción del 66 y el plástico en aquella época no existía. El dinero de la consulta nos lo llevábamos a casa», explicó durante su declaración.

También añadió que decidió cambiar los relojes que le regaló el familiar porque «no me gustaban. En aquella época me gustaban los relojes y los devolví como devolví el 80% de las corbatas que me han regalado». Y acudió él mismo a la joyería para cambiarlos. «Fuí personalmente a la joyería. Si hubiera tenido la más remota sospecha de que tenía que ocultar algo no habría ido yo. Era tan sencillo como ir antes a examinar los relojes y enviar a un amigo. Así no aparecería mi nombre y no estaría aquí», justificó. También añadió que aunque su sueldo ascendía a «120.000 o 130.000 euros, nunca he tenido cuenta en Rabat ni en ninguna otra joyería. Mi poder adquisitivo era bueno, pero no era para tanto». Aunque también defendió que «disponer de estas cantidades (en referencia a los 17.410 euros que abonó euro sobre euro en la joyería) en líquido no me parecía un despropósito».

Para justificar las dos declaraciones complementarias que hizo ante Hacienda por este dinero que se le reclamó, aseguró que siguió el consejo de su asesor fiscal. «Yo no quería pagar dos veces, pero me asesoraron que si pagaba [a Hacienda] se tranquilizaba el asunto y comprábamos paz porque por el cargo que ocupaba me podía afectar». Y al año se enteró que la Agencia Tributaria lo había denunciado ante la Fiscalía que lo investigó por cohecho y blanqueo.