En junio de 2007, mientras el equipo Alinghi preparaba el asalto final a la 32ª Copa del América en València, el Ayuntamiento de València se esforzaba en cuidar en todo lo posible al anfitrión de la competición. Se transformó por completó la dársena con decenas de millones de euros y se pagó religiosamente el astronómico canon que pedía el sindicato suizo. Y aunque la sede debía ser neutral, la entonces alcaldesa Rita Barberá y el president de la Generalitat, Francisco Camps, se decantaron públicamente por la formación helvética. Querían que ganara porque había posibilidades de repetir con una 33 edición, como así sucedería en la siguiente y descafeinada convocatoria.

Evidentemente el equipo del magnate Ernesto Bertarelli estaba encantado con el trato dispensado y, por extensión, el gobierno suizo, que reconocía la gran inversión que había hecho València para acoger la Copa del América. A la ciudad vino esos días previos al desenlace de la competición la que fue presidenta de la Confederación Suiza, Micheline Calmy-Rey, quien en un gesto de agradecimiento regaló al «cap i casal» un precioso reloj helvético. Una enorme esfera similar a la que preside las estaciones de tren del país transalpino.

Barberá se mostró muy agradecida por el presente y anunció que el reloj presidiría en el futuro una de las nuevas vías que se crearían junto al barrio de Natzaret en el PAI de las Moreras, que llevaría el nombre de avenida de Suiza. Doce años después, València ha cumplido con la promesa de la exalcaldesa, aunque en otra ubicación distinta.

El Partido Popular olvidó por completo el regalo que le hizo Suiza a la ciudad tras guardarlo en la misma caja que llegó en los almacenes municipales de Vara de Quart. Allí ha permanecido casi 12 años hasta que el actual equipo de gobierno lo ha rescatado del olvido. La preciosa esfera helvética ya luce en la avenida del ingeniero Manuel Soto, justo en frente del tinglado número 4 de la Marina y junto a la antigua estación de ferrocarril del Grau, la más antigua de España, hoy sin ningún uso.

El PP tampoco dedicó una avenida a Suiza en el PAI Moreres, sino una pequeña calle que hoy en día sigue desangelada a la espera de que los promotores la llenen de edificios. El Ayuntamiento decidió cambiar la ubicación final del reloj para que la esfera fuera contemplada en un lugar destacado del entorno de La Marina.

Lo curioso del caso es que nadie se acordaba del reloj hasta que un periodista suizo preguntó a finales del año pasado por él. Se dirigió al Ayuntamiento de València interesándose por el paradero y aportando una foto (como la que ilustra esta información) en la que se veía a Rita Barberá recibiendo el regalo de la expresidenta Calmy-Rey.

El actual equipo de gobierno, sorprendido, se puso a buscar y localizó la esfera en los almacenes de Vara de Quart. Al menos seguía bien custodiado en la caja original del transporte. Tras comprobar que todo está bien, esta semana han procedido a instalarlo y en breve colocarán una placa recordando el presente del país helvético. «Durante mucho tiempo en València todo era fachada, todo era para la foto, todo se hacía para usar y tirar. Este reloj de estación de los ferrocarriles suizos es un ejemplo de ello. Algunos se hicieron la foto con él y rápidamente lo guardaron en el cajón. Pero tenemos muchos más casos», explica el alcalde Joan Ribó, que decidió recuperarlo para el disfrute de los vecinos de Poblats Marítims. «Estos cuatro años de cambio nos han servido para volver a poner sentido común a las cosas. Dotar de contenido el Ágora de la Ciutat de les Arts i les Ciències (que ahora será un museo); devolver la vida a la Marina de València, con la restauración de los tinglados, o poner donde le corresponde, por fin, a este reloj, regalo a la ciudad de València del gobierno suizo», recuerda.