«En setenta años no ha pasado esto nunca». Y Ramón Ramírez, de los Granaders de la Verge, habla desde la perspectiva de haber vivido la fiesta desde niño. Ese «nunca» es la posibilidad de que la Semana Santa Marinera haya tocado a su fin en su edición de 2019. Por lo menos, en lo que suponen los actos en la calle, esos que le dan su particular vistosidad. Ni los más viejos del lugar recuerdan una calamidad semejante. Pero es que «ni siquiera dos días seguidos» comentaban en la puerta de los Pretorianos y Penitentes. «Sí que se ha suspendido los actos de un día. Un Santo Entierro que no se puede celebrar, o tener que regresar a toda prisa. Pero lo que está pasando este año, que llegue en los días grandes, y más después de lo bien que habían resultado los primeros, es deprimente». Porque la Semana Santa Marinera no tiene vuelta atrás. Si no sales en procesión, no hay forma de recuperar el acto. Nos vemos el próximo año.

Y así ha pasado ya en los grandes actos del Jueves Santo y en la totalidad del Viernes Santo. Ayer no hubo encuentros de Cristos. Ni el del Salvador ni el del Salvador y del Amparo salieron a la orilla del mar a realizar la oración por los marinos y los náufragos. A primera hora de la mañana y a mediodía, horas en que se realizan las ofrendas, no había en la playa más que kilómetros y kilómetros de arena vacía y mar embravecido. Triste destino para el segundo de ellos, puesto que el siempre espectacular acto habría realzado su 75 aniversario.

El goteo de suspensiones fue llegando a lo largo de la mañana hasta que, a las dos de la tarde, la Junta Mayor decidió también cancelar el Santo Entierro, con la tribuna montada y las sillas apiladas esperando un público que no llegaría.

Las sedes, refugio del cofrade

Los Via Crucis se celebraron en el interior de las parroquias, lo que permitió a hermanos y cofrades hacer, por lo menos, una mínima estación. Pero nada más. Las sedes o se cerraron a cal y canto o se convirtieron en refugios para hacer labor social. Las que permanecieron abiertas organizaron comidas, juegos de mesa... «algo por lo menos para que los niños estén entretenidos». Mientras, los había que disertaban sobre las especiales circunstancias meteorológicas y el hecho de que el temporal viniera por el sur y no por el norte «y eso es lo que lo ha hecho más violento, aunque si esto llega a pasar en otoño, aún habría sido peor». En estos barrios se entiende de vientos y de borrascas como en ningún otro.

En el centro de la ciudad, la situación fue muy similar. El cardenal Cañizares presidió los oficios religiosos de la Catedral. Pero, por ejemplo, la procesión que debía haber salido de San Nicolás quedó reducida a la liturgia en el interior de la iglesia. San Juan del Hospital también celebró en el interior de la iglesia la procesión del Cristo de las Penas, con las imágenes del Siglo XII a resguardo.

Algunas imágenes de la Semana Santa Marinera permanecían a la vista, pero se perdió el «ángel» que supone la presencia copiosa de personas para contemplarlas. Por no hablar del gasto en flores, ya contratadas y pagadas, que se quedan en las andas sin poder lucirlas. Hasta se pueden quedar sin lanzar las del desfile de Resurrección.

La clase política se dejó ver con profusión. Desde Ximo Puig a María José Catalá, pasando por Fernando Giner o diferentes concejales, en visitas a imágenes o a sedes.

¿Qué pasará hoy? Las previsiones son un poco, pero muy poco, mejores que las de ayer y que las de mañana. O mucho cambian las cosas, o también se suspenderán los actos previstos, incluyendo el del Cristo Resucitado que, a medianoche, anuncia el cambio de talante de la fiesta. A medianoche se disparan fuegos artificiales para celebrar la Resurrección. Pero la otra costumbre, la de lanzar pozales de agua, se viene celebrando, es un decir, desde el jueves por la tarde. Así las cosas, no sería de extrañar que el intento de popularizar la fiesta, con su reclamo para que la ciudad se traslade al distrito marítimo a conocer sus secretos, haya que dejarlo para mejor ocasión.