Tan solo tres días después de que el Ayuntamiento de València anunciara denunciar al autobús de HazteOír por delitos de odio, la organización ultracatólica de Ignacio Arsuaga decidió interponer sendas denuncias por presuntos delitos de «falsedad», «incitación al odio» y «prevaricación» contra el jefe de la Policía Local de València, la concejala de Protección Ciudadana, Anaïs Menguzzato, y el alcalde de València, Joan Ribó. La queja, interpuesta el Día de la Mujer en el juzgado de instrucción número uno y remitida el pasado 15 de abril al número tres, denuncia al Ayuntamiento por «criminalizar» una idea, a su juicio, «legítimamente expresable por medios pacíficos».

Ribó replicaba ayer que se siente «plenamente orgulloso de que València sea una ciudad que se considera a sí misma como feminista, y que la gran mayoría de sus vecinos y vecinas están por la igualdad». Ribó mantiene que continuará «defendiendo la igualdad entre hombres y mujeres» y especialmente «protegiendo aquellos casos en que una mujer es víctima de la violencia machista simplemente por ser mujer».

Este autobús, recordado por el polémico mensaje de «los niños tienen pene, las niñas vagina» contra las personas transgénero, decidió esta vez poner en entredicho la violencia machista que, solo en lo que va de año, lleva ya 16 feminicidios en toda España, según los datos de la Delegación del Gobierno. Con la intención de reafirmar sus convicciones, el autobús además estaba ilustrado con el rostro de Hitler (quien, esta ocasión llevaba los labios pintados de rosa) y el lema Stop Feminazis bajo la imagen.

Un gesto que, desde la organización, consideran «legítimo», ya que aseguran en su denuncia que no es más que una «forma de propaganda» de un «debate ideológico» amparado por la «libertad de expresión». En la denuncia. la organización llega a poner en el mismo nivel el hecho de tildar al colectivo feminista como «feminazis» que el de tachar de «extrema derecha» a Vox. Para redondear su argumento dicen que «el término feminazis se emplea ampliamente por la sociedad civil para señalar a las feministas más radicales».

En ningún caso, por tanto, reconocen en su acción un delito de odio. Más bien lo aprecian en la actuación de la Policía Local, a quienes acusan de haber convocado a los grupos contrarios a la organización cuando el vehículo se disponía a entrar en la ciudad para «amedrentar» y, mediante «la violencia», «arrancar y destruir la publicidad» de su autobús, pues, dicen, «no tiene explicación que estuvieran allí al menos que tuvieran el don de la adivinación». Todo ello pese a que fue la misma organización la que anunció la llegada de su autobús a las distintas ciudades de España de forma activa tanto en sus redes sociales, como en los medios de comunicación para obtener una mayor publicidad de sus proclamas.

Según indican en la denuncia, el lema publicitado no era más que lo que se anuncia como violencia de género es en realidad «violencia familiar, lo cual «podrá ser discutible y cuestionado mediante un debate ideológico, pero en ninguna forma incita al odio o la violencia». Es, por ello, que acusan a Ribó de «secuestrar» el autobús y obligar al conductor «por la fuerza» a arrancar los vinilos que aún quedaban, así como intentar «torticeramente utilizar al poder judicial para criminalizar aquellas ideas que consideren que la violencia de un hombre contra su mujer no es violencia de género».

La organización ultracatólica tiene palabras de queja incluso para la Fiscalía: «parece ser que al Ministerio Fiscal no se le espera por estar ocupado en denunciar, junto a algunas autoridades políticas, a los que nos parecen víctimas de las organizaciones feministas radicales», y con sorna adjunta copia de la denuncia a la Fiscalía, solo «por si acaso».