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El Jardí del Túria no se libra de la polución: su punto negro, el Gulliver

El parque infantil, situado en una zona con mucho tráfico, es el único de los 25 lugares monitorizados en el antiguo cauce que supera los límites de la OMS

El parque Gulliver es una de las zonas más frecuentadas por la infancia en València. m. a. montesinos

Ni siquiera un bosque urbano como es el Jardí del Túria se libra de los efectos nocivos de la polución. A pesar de la gran cantidad de árboles, arbustos y praderas que tiene, y que se encuentra unos metros por debajo del nivel de la red viaria, los gases contaminantes que expulsan los vehículos son capaces de posarse en el tapiz verde del antiguo cauce e incluso en un punto concreto, como el del parque Gulliver, con niveles poco recomendables para la salud. Así se desprende de un estudio realizado por la plataforma València per l'Aire, que monitorizó el año pasado 25 puntos del Jardí del Túria, desde el Parc de Capçalera hasta el final del mismo, en el límite con las vías del tren de la calle Ibiza. Los resultados no son preocupantes ya que 24 de los 25 puntos dan valores de dióxido de nitrógeno (NO2) por debajo del límite anual recomendado por la Organización Mundial de la Salud, es decir, 40 microgramos por metro cúbico.

Sin embargo, lo realmente sorprendente es que uno de los puntos, el que se monitorizó en el parque Gulliver, sí esté por encima de los límites que marca la OMS. Es por apenas un microgramo, suficiente para demostrar la permeabilidad de los gases contaminantes incluso en lugares que deberían estar libres de polución, como este jardín que además goza de un buen flujo de ventilación.

No es casual que en el parque Gulliver se registrara el valor más alto de concentración de NO2 ni tampoco que superara el límite máximo recomendado por la OMS. Esta instalación destinada para los más pequeños (el colectivo más vulnerable ante los efectos de la contaminación) se encuentra situada entre dos puentes, el del Àngel Custodi y el Pont del Regne. Especialmente problemático es el primer paso elevado, ya que soporta diariamente el paso de 47.000 vehículos, mientras que el del Regne se queda en unos 8.000. El espacio recreativo está en la zona de afección de más 80.000 tubos de escape diarios, si tenemos en cuenta además las dos marginales.

Hay que recordar que el Gulliver es uno de los parques infantiles de más éxito de la ciudad y que en ocasiones ha llegado a superar la visita de 10.000 niños diarios. València per l'Aire ya demostró en otro estudio realizado el pasado año que 20 centros escolares de los 24 que monitorizó en el primer trimestre de 2018 superaban los niveles máximos de gases contaminantes según los criterios OMS.

En cuanto al resto del Jardí del Túria, otros ocho puntos de medición de NO2 dieron cifras cercanas al límite máximo de 40 ug/m3. Lo más revelador es que todos estos puntos se encuentran cerca de grandes puentes donde hay un elevado paso de vehículos. El Jardí del Túria cuenta con un circuito de cinco kilómetros para que los amantes del running puedan entrenar, además de pistas de atletismo, béisbol, rugby o campos de fútbol. En todo caso, hay que remarcar que hacer deporte, pasear o realizar cualquier actividad en el Jardí del Túria es saludable desde el punto de vista de la contaminación. Los datos demuestran que el antiguo cauce actúa como una especie de cortafuegos de la contaminación.

La plataforma València per l'Aire, que aglutina a colectivos como asociaciones de madres y padres de alumnos, vecinales, ecologistas, entidades de salud preventiva y técnicos de urbanismo, movilidad, medio ambiente y medicina, advirtió hace un tiempo que otras rutas recomendadas en la ciudad para realizar running no eran aconsejables desde el punto de vista de la salud, ya que discurrían por grandes avenidas o rondas donde se concentra la mayor polución de la ciudad.

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