El muro que oculta el ábside gótico de la Catedral de València ha existido desde hace más de tres siglos. Así lo determina el informe de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos recabado por la Conselleria de Cultura para decidir si autoriza o no su derribo y la recuperación de la arquitectura gótica como quiere el cabildo. El informe de la Academia de San Carlos llega a unas conclusiones opuestas a las del Consell Valencià de Cultura, el otro órgano consultivo al que ha acudido la conselleria, que cita las cartas de restauración de la Unesco y concluye que se podría eliminar el muro porque distorsiona el monumento. La academia de San Carlos, en cambio, aboga por no derribar el cerramiento, porque forma parte de la evolución del templo y así lo acreditan los planos históricos, afirma su presidente, Manuel Muñoz.
Los planos antiguos revelarían que el cerramiento (no el actual, pero sí otros anteriores) existe desde el siglo XVII. El muro neoclásico actual es de 1827, si bien antes hubo otros cerramientos como podría desprenderse el plano de Antonio Mancelli de 1607, considerado el primer plano de la ciudad, donde se aprecia lo que podrían ser, apunta Muñoz, un primer cerramiento que recordaría a les «covetes» de los Santos Juanes en la cabecera de la Catedral. El muro de cierre del ábside vuelve a aparecer en el plano de Tosca, considerado hasta la aparición del plano de Mancelli, el primer mapa de la ciudad, aunque distinto al actual.
El informe de la Academia de San Carlos, realizado por la sección de Arquitectura y en el que han intervenido, entre otros especialistas, la actual restauradora de los Santos Juanes y antes de los frescos de la iglesia de San Nicolás, Pilar Roig, aconseja mantener el muro actual, de estilo neoclásico, y rehabilitar el ábside y las capillas ocultas que sufren graves problemas de filtración de agua, humedades y desprendimiento de las pinturas murales.
Manuel Muñoz asegura que los responsables de redactar el informe han llegado a una posición de consenso para defender una propuesta que, en cualquier caso, contraviene los planes de la catedral y de su arquitecto restaurador, Salvador Vila, así como del Consell Valencia de Cultura, pero que apuntala la postura crítica con el derribo de la propia Dirección General de Patrimonio, con Carmen Amoraga al frente.
El presidente de la Academia de Bellas Artes, que visitó la catedral y la zona dañada para conocer sobre el terreno la situación, considera que existe suficiente anchura entre el muro y los absidiólos para poder instalar andamios y llevar a cabo la restauración de las capillas sin tener que tirar el muro.
El arquitecto restaurador, por su parte, insiste en que la mejor solución para la catedral es derribar el muro, conservando parte de la trama, pero acabando con un espacio marginal, degradado y lleno de escombros que en la actualidad está ocasionando importantes daños en el edificio. Así lo atestiguó, entre otros, el Servicio Municipal de Arqueología del Ayuntamiento de València, que redactó un informe para la Catedral alertando del riesgo que corría la estructura por el mal estado de los forjados y el deterioro provocado por las humedades y filtración de agua.
El informe de la Academia de Bellas Artes ha sido ya entregado a la Conselleria de Cultura que ahora, a la luz de los informes recabados, debería tomar una decisión.
Salvador Vila manifestó ayer en relación al informe de la Academia de Bellas Artes que «todo es opinable» e insistió en que el derribo del muro es necesario para completar la recuperación del ábside gótico con sus cubiertas planas y garantizar así la correcta evacuación de pluviales que ahora está interrumpida. La Catedral inició en los años 60 del siglo pasado el proceso de recuperación del estilo gótico, eliminando añadidos posteriores.
