Lleva año y medio bajo el programa de protección a víctimas de violencia machista y ayer se congregaba tapando su rostro con una máscara bajo el balcón del Ayuntamiento. Apoyada por entidades feministas como Clásicas y Modernas, Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas o Alanna, Lola (nombre ficticio para preservar su intimidad) manifestaba su oposición a que la Concejalía de Igualdad que dirige Isabel Lozano destinase la ayuda contra la violencia machista íntegramente a rehabilitar a los maltratadores. «¿Cómo le vas a dar el dinero de las mujeres a los victimarios? No, no y no. La concejala y el resto de políticos tienen que ver el miedo y la falta de libertad con la que vive una víctima de violencia machista, hasta el punto de tapar su rostro, como es mi caso», señaló Lola. Así, bajo el lema «Ni un euro de las víctimas de la violencia de género para los maltratadores» una veintena de mujeres cortaban el tráfico ante las reticencias de los conductores para exigir que ese dinero que «ha conseguido la lucha de la mujer» se centre en ellas. Una concentración que siguió en pie a pesar de que el miércoles Lozano diese un paso atrás para finalmente invertir en terapias psicológicas dirigidas a las víctimas. Pese a ello, ven la rectificación «insuficiente» e «improvisada». «Nos congratulamos de que el Ayuntamiento haya rectificado», aseguran, «pero es una decisión que no ha tenido en cuenta los intereses de las mujeres víctimas».

Lo que se pide desde el colectivo feminista, dice María José Salvador, de la Asociación de Mujeres Separadas y Divorciada, es que los fondos del pacto estatal no se deriven a más talleres subcontratados por empresas privadas («las necesidades de estas mujeres no pueden convertirse en una mercancía con la que empresas privadas puedan hacer negocio», explican), sino a crear una especie de «hucha» con la que poder ayudar económicamente a las mujeres «más vulnerables» que acudan a los servicios municipales. «Son muchas las mujeres que no denuncian porque no tienen recursos para salir de casa y han acabado siendo asesinadas. Si el Ayuntamiento ofreciese un retén de ayudas económicas para ellas, o incluso casas de acogida», explica Salvador, «tendrían el apoyo necesario para poder romper con todo».