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Escuelas laicas

La Casa de la Democracia, la casa de los republicanos

El primer edificio de la Casa de la Democracia, en la calle Correos, solo estuvo destinado durante 14 años al fin para el que se construyó; el segundo, el de la avenida Germanías, tan solo nueve

La Casa de la Democracia, la casa de los republicanos

El 12 de agosto de 1911 el sueño de los republicanos valencianos de tener una gran Casa de la Democracia empieza hacerse realidad. Vicente Gil Roca y José Suay Bonora, diputados en el Ayuntamiento de València por el partido Unión Republicana, compran parte del solar del antiguo barrio de pescadores y firman la escritura en esta fecha tras el pago de 18.000 duros. El precursor de la creación de esta casa fue Vicente Blasco Ibáñez, quién desde su periódico «El Pueblo» no cejó un segundo en sus ideales. Blasco quería que en cada distrito existiera una Casa de la Democracia y con ella sus escuelas laicas, era su deseo «prender la chispa en las dormidas conciencias del elemento popular y encenderlas en ansias de saber y de obrar».

Antes, el lugar más importante de reunión de los republicanos valencianos era el Casino de la calle Libreros, casino de fusión republicana, allí era fácil ver a Blasco Ibáñez sentado a su puerta disertando de forma efusiva y elocuente como él solo sabía hacer. En este Casino dio su famoso mitin «La revolución en València» un verdadero programa de cómo había de organizarse el partido. No sería justo dejar de nombrar a otro personaje importante en el día a día del Casino, Félix Azzati, a quién en su día Blasco llamó «Hijo Mío», como heredero y fiel seguidor de sus ideales. Este Casino estuvo abierto hasta que Blasco marchó de València, los nobles vecinos y la proximidad de la Iglesia del Patriarca no estaban por la labor de permitir un «antro» en el barrio. Mientras se terminan las obras de la Casa de la Democracia el casino se traslada a la calle Ribera, junto al Café Cayol.

El arquitecto saguntino Francisco Mora Berenguer presenta el 18 de octubre de 1911 ante el negociado de Policía Urbana del Ayuntamiento de València, el permiso para la construcción de un edificio en la calle Alfredo Calderón 11, actual calle Correos; se trataba de un edificio de planta cuadrangular rodeado de solares, con fachada y tres medianeras, compuesto de planta baja y tres alturas de estilo modernista valenciano, la caja de escaleras se ubicaba sobre la medianera derecha, una de ellas subía a la primera planta y una segunda a las siguientes. Después de varias negativas por parte del Arquitecto Municipal por no guardar la servidumbre correspondiente en la medianera trasera, el 26 de enero de 1912 se da luz verde para su construcción.

Tan solo un año después de obtener el permiso municipal, las obras sufren un parón debido a la falta de capital, incluso el contratista de la madera de los andamios los retira de la obra por falta de pago. Tras meses de problemas financieros, por fin, el 15 de febrero de 1914 se realiza la inauguración oficial de la Casa de la Democracia. La planta baja tenía tres grandes puertas y estaba destinada a Café, a la derecha se encontraba otra gran puerta a la que se accedía a la escalera principal por la que se subía a la planta primera destinada a sala de juntas, salón de baile, conferencias y actos políticos; desde este mismo portal se accedía a otra escalera que conducía a los pisos segundo y tercero, destinados a escuelas y biblioteca. Guardando la línea de las cuatro puertas se abren cuatro huecos en los pisos superiores, correspondiendo los del salón principal a un balcón corrido, independiente del siguiente.

La fachada y el Café

La decoración de la fachada corrió a cargo de los tallistas Sres. Puig, al igual que la ornamentación del interior del café. Dentro de éste, cuatro columnas, rematadas por capiteles de corte jónico, sostenían las piezas de cargas de hierro decoradas con frisos que al unirse con las escocias de talla ofrecían un bello aspecto, la altura de este salón llegaba a los 7 metros. Rodeando el salón, un zócalo de color caoba de metro y medio sobre el que se apoyaban sofás tapizados en terciopelo verde. El alumbrado estaba compuesto por trece farolas, de siete luces cada una, realizadas por la empresa de Enrique Mariner. Pero la obra más importante del salón era su barra de color caoba fabricada por los Sres. Algarra y Domingo. Ellos eran sucesores de la famosa tienda de muebles Albacar, situada en la Plaza de Emilio Castelar, justo bajo del Ateneo Mercantil. Contaba con importantes tallas de flores y un gran espejo que culminaba el largo botellero y un alto relieve que sobresalía del tímpano, el cual era el centro de todas las miradas de los que entraban por primera vez al café, junto al gran cuadro de Vicente Blasco Ibañez que presidía el Café. Las mesas estaban cubiertas de mármol jaspeado amarillo y fueron fabricadas en los talleres de madera curvada del Sr. Suay, así como las sillas

Nos gusta recordar siempre que podemos a los artífices de los edificios que estudiamos, esos empresarios que nunca aparecen, un pequeño homenaje a sus descendientes. Así, junto al arquitecto Francisco Mora estuvieron el contratista de la obra Alejandro Villalba, el pintor Juan Bautista Álvarez, el carpintero Antonio Rodrigo, la casa Prats con sus cristales y espejos, los electricistas Sres. Benique y López, Vicente Ferrer con sus puertas de hierro y el marmolista Antonio Marco.

Como anécdota, decir que el 1 de julio de 1914 se aprueba la solicitud de licencia de apertura del Café por parte del Inspector de Sanidad, solicitud que se presentó en el Ayuntamiento el 28 de marzo de 1914, después de que el Café estuviera abierto ya cinco meses antes.

Fueron muy famosas las tertulias que allí se celebraban, Alma Joven era la tertulia de escritores y artistas, se reunían en el rincón de la izquierda cerca de la ventana y bajo el retrato de Blasco Ibáñez, se llamó así en recuerdo de una revista con este título que fundaron los hermanos Estellés, Carlos Esplá, Julio y Alfredo Just, Eugenio Noel, Amparo Iturbi, Rigoberto Soler, Vicente Alfaro, Julio Blasco Ibáñez, Paco Balaguer, Paco Galán y Álvaro Pascual Leone. Enfrente de la numerosa tertulia de los escritores estaba la ruidosa tertulia de los toreros, admiradores de Granero, entre sus componentes, el hijo mayor de Azzati y Sigfrido Blasco.

La Escuela Laica

Una de las máximas del partido republicano era la formación del pueblo en escuelas laicas y a este fin se destinaron la segunda y tercera planta del edificio. Los alumnos de la escuela del Casino Central de la calle de la Nave, 25, en su segundo piso, fueron los primeros matriculados para el curso 1913-1914. El edificio contaba con seis aulas todas ellas con grandes ventanales y con pupitres unipersonales, aseos con lavabos blancos, un botiquín con servicio médico compuesto por los doctores Luis Marzal y Carmelo Aranda, los cuales practicaban reconocimientos médicos a los alumnos cada quince días. Como complemento a la formación se daban clases de educación física impartidas por Salvador Portillo todos los días en la terraza del edificio que servía también como patio de recreo. En su primer curso la escuela contó con 283 alumnos y el profesorado estuvo compuesto por Vicente Orts como director, Manuel Plaza, Miguel Seletien, José Gómez, Luisa Rubio de Lozano y Remedios Vargas.

La Escuela Laica inició su curso en septiembre de 1913 en la Casa de la Democracia, meses antes de su inauguración oficial. Con la mirada de hoy, y trascurridos algo más de cien años, es vergonzosa la visión que se tenía de la mujer aun siendo un partido liberal, era contradictorio cómo se intentaba avanzar con una educación mixta y por el contrario el Café solo podía ser utilizado por hombres, cómo a los alumnos se les enseñaba respeto a la mujer y a estas se les enseñaba a ser una buena esposa, a ser serviciales a los esposos y a clases de corte y labores ellas (?las niñas que a ellas concurren han de ser en no lejanos días las mujeres del hogar, las madres de los futuros ciudadanos y en esas escuelas, tiene profesora notabilísima de corte, doña Luisa Rubio y para labores Remedios Vargas?).

Venta del edificio al Banco de Valencia

Este edificio, orgullo de todos los republicanos de la ciudad, tenía fecha de caducidad, la Unión Republicana nunca pudo comprar el edificio a los propietarios del edificio de la Casa de la Democracia y surgió la posibilidad de venderlo al Banco de Valencia necesitado de una sede central importante, el negocio fue redondo para todos y así en mayo de 1928 se efectuó la venta. El pago total de la compra ascendió a 800.000 pesetas que fueron repartidas de la siguiente forma; 500.000 pesetas a los propietarios del edificio, 200.000 pesetas a la Unión Republicana y 100.000 pesetas a Gonzalo Santalucía arrendatario del Café, datos que hemos podido confirmar en la contabilidad del Banco de Valencia de ese año y que incluía un partida de gastos de 50.000 pesetas más para acondicionarlo para su nuevo uso.

El 10 de diciembre de 1928 abrió de nuevo sus puertas, ya como Banco de Valencia, en la planta baja y piso principal, dejando hasta final de año las aulas de la escuela laica en pleno uso, según al acuerdo llegado en la compra, empezando el acondicionamiento de estas plantas en las vacaciones de Navidad.

La nueva Casa de la Democracia

El importe recibido por la Unión Republicana serviría para iniciar la construcción de otra nueva Casa de la Democracia, esta vez propia, anhelo que por fin llegaría. La nueva ubicación, un solar en la avenida de Germanías, 22, justo en frente de la Editorial Prometeo de Blasco Ibáñez. El 2 de Julio de 1928 se presenta solicitud de permiso de obra para la construcción de la nueva Casa de la Democracia por parte de un joven arquitecto, José Pedros Ortiz, un edificio más sobrio que el anterior pero de aspecto muy similar, siendo aprobada el 17 del mismo mes. Las obras empiezan de inmediato y el 7 de enero pueden incorporarse los alumnos de la Escuela Laica que habían dejado las aulas del anterior edificio antes de las vacaciones de Navidad; pero la falta de liquidez y el no contar con subvenciones estatales hacen que se retrase hasta el 23 de julio de 1930 la inauguración del salón de actos con una comida para 200 comensales.

El salón del Café era menos importante que el anterior, atendido por los Sres. Bisbal y Cubel, ofrecían todos los días un menú económico para sus socios, la decoración sobria, con muebles de la fábrica de Julio Saborit y sillas curvadas de Vicente Crespo; de planta rectangular con ocho pilares de hierro. En Julio de 1936 pasó la titularidad del edificio a manos de la Unión Republicana y en 1939 fue incautado por Auxilio Social, la organización fundada por la viuda de Onésimo Redondo. A finales de los años 50 fue vendido al Arzobispado de València donde fue ocupada por la parroquia de Santa María Goretti, actual propietaria del edificio donde hoy en día se rinde culto a nuestra señora de She Shan.

El primer edificio de la Casa de la Democracia, el de la calle Correos, solo estuvo destinado durante 14 años al fin para el que se construyó, el segundo, el de la avenida Germanías, tan solo 9 años; uno fue derruido tras la compra del Banco Hispano Americano al Banco de Valencia, el otro sigue en pie y se puede visitar en horas de culto. Como todas las cosas, todo tiene un principio y un final, seguramente el final de la Casa de la Democracia fue demasiado prematuro?

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