El PAI de Patraix se convirtió, en su día, en uno de los reflejos más claros de las irregularidades urbanísticas. Tanto es así que el Tribunal Supremo dictó su anulación en el año 2012 y obligó a empezar de nuevo la tramitación, echando así al traste con las ilusiones, e incluso la inversión, de muchas familias que se habían planteado trasladarse a vivir allí, pues el plan urbanístico, que afectaba alrededor de medio millón de metros cuadrados, preveía la construcción de unas 3.200 viviendas.

Hoy, siete años después, la imagen de las grúas y de los obreros trabajando allí vuelve a ser una realidad. Varios edificios están ya en un proceso bastante avanzado de construcción, y diferentes constructoras ofrecen sus promociones con grandes carteles, con ofertas y también con reproducciones de cómo quedarán las viviendas, incluso con muebles y todo, una vez se finalicen.

Una de las personas más críticas en su día con la forma de tramitar este y otros PAIs de la ciudad fue el ahora concejal de Desarrollo Urbano Vicent Sarrià. Cuando salió la sentencia del Tribunal Supremo en 2012, a la cual hubo que añadir en la misma época una media docena más similares, como las de Orriols o Font de Sant Lluis, Sarrià llegó a decir que «son demasiadas sentencias condenatorias que dejan al urbanismo del Ayuntamiento de València bajo sospecha». Tanto es así que el Govern de la Nau cambió incluso el nombre de la concejalía (de Urbanismo a Desarrollo Urbano), pues la palabra «urbanismo» se llegó a vincular demasiado con la corrupción y los desmanes en el imaginario colectivo.

Hoy, Sarrià explica que en la actual legislatura se pudo reiniciar la tramitación y empezar a conceder licencias de obra, con el objetivo de revitalizar esta zona de la ciudad y de ampliar la oferta de vivienda, que es una de las grandes necesidades de València, y cuya carencia en la oferta tiene mucho que ver en la subida de los precios de venta y de alquiler.

En Patraix, de nuevo, promotoras y constructoras pugnan por atraer clientes con sus carteles, con oficinas sobre el terreno y también con sus anuncios en todo tipo de soportes, recordando épocas pasadas de burbuja y de boom inmobiliario de las que no está demasiado claro si se llegaron a sacar las conclusiones pertinentes para no caer en los mismos errores.