Durante los peores años de la crisis económica se habló mucho de desahucios. Con la «mejora», no obstante, estos pasaron a un segundo plano. Ahora las familias no son desalojadas de sus casas por el impago de la hipoteca (algo que era visible a todas luces), sino porque el o la propietaria de la vivienda decide prescindir del contrato de arrendamiento o, en su defecto, subir el precio del alquiler lo suficiente como para ser inabarcable por la mayoría de las rentas medias y bajas en una ciudad en la que uno de cada cuatro valencianos cobra menos de 700 euros al mes. La burbuja del alquiler y la gentrificación ha ido poco a poco expulsando al vecindario de sus barrios, teniendo que buscar un nuevo hogar en los barrios de la periferia. Son muchos los que, buscando un lugar de proximidad a Ciutat Vella o Russafa (los barrios con mayor porcentaje de subida del alquiler) encontraron en la Saïdia su lugar de residencia.

La gentrificación, no obstante, está llegando también a los barrios del distrito (donde el precio del alquiler ya ha subido en un 32,27 % en solo cuatro años hasta situarse en un mínimo de 600 euros mensuales), en especial el de Marxalenes. De hecho, a finales del pasado año, la entidad de Entre Barris denunció la expulsión masiva de unos 50 vecinos de una sola finca comprada por el Grupo Vértice con el objetivo, sospechan los vecinos, de rehabilitarla y alquilarla a precios mucho más elevados en una zona donde casi el 40 % del vecindario se encuentra laboralmente inactivo, según se desprende del último padrón municipal de habitantes.

Es por ello que varias personas decidieron crear una nueva asamblea vecinal, con una filosofía horizontal, para centrarse en esta 'nueva' problemática del barrio y trabajar en un «nuevo modelo de barrio para que sea el vecindario quien diseñe la ciudad fomentando el asociacionismo, protegiendo a los que son expulsados de su barrio como resultado de la gentrificación con un «tejido crítico» y teniendo «muy claro que lo que genera el problema es el neoliberalismo», señala Nacho Collado, miembro de La Saïdia Comuna.

Casi medio centenar de personas acudieron el viernes a la presentación de La Saïdia Comuna (asamblea que se integra en la red Entrebarris), entre los que acudieron varios representantes de la histórica asociación de vecinos y la organización de comerciantes de la zona que suponen el 67,2 % de la actividad económica del barrio.

Desde el mes de enero vienen trabajando con ellos y saben de las dificultades que atraviesan. Y es que ya son varios los meses analizando las carencias y amenazas en sus barrios. Nacho asegura que, pese a coexistir con la carencia de alquiler asequible y entre un 5 % y un 8 % de vivienda vacía, hay al menos 200 solares vacíos en la zona, en los cuales se está empezando a construir ahora vivienda nueva para rentas elevadas. «La pobreza se ve traducida en el número de asociaciones de caridad en la zona», señala Nacho, quien asegura que solo en Marxalenes hay entorno a nueve. Mientras, los alquileres turísticos en la zona crecen (a la vez que lo hacen sus precios) hasta situarse en más de una veintena.