Si el calendario electoral no se altera, el equipo de gobierno que surja de las próximas elecciones municipales tendrá bajo su responsabilidad el festejo mariano más importante del último cuarto de siglo. El 12 de mayo de 2023, el viernes previo al «segundo domingo de mayo», se cumplen cien años exactos del festejo y obligará, por lógica, a una programación especial que pondrá a prueba la capacidad de gestión o de implicación en el tema. Tendrán que ser unos festejos importantes, superiores a los que tuvieron lugar en el resto de cifras «redondas», que también se verificaron convenientemente. Aquellos que tengan treinta años o más en la ciudad pueden recordar que, a finales de siglo, la ciudad ya vivió con especial intensidad ese último gran acontecimiento, el 75 aniversario. Ninguna otra efemérides de tipo de religioso ha calado tanto en el imaginario de la ciudad en el último cuarto de siglo. Las entidades que tienen que ver con la organización del evento ya saben que la celebración se otea en el horizonte y que no hay que improvisar.
No sería nada anómalo que, en este caso, la protagonista del acto principal sea la imagen original en lugar de la Peregrina. La talla sale muy ocasionalmente de su camarín pero la cifra «redonda» sería un pretexto más que razonable para que haga una salida al exterior y regrese al Puente del Real, donde recibió la corona.
La coronación de la Virgen de los Desamparados es uno de los hechos más importantes de la historia de la imagen y, posiblemente, el primero que mejor documentado está. Para cuando esto sucedió ya habían aparecido las cámaras de cinematógrafo y fotográfica. Se programaron adorno de calles y fachadas, fiestas populares, acontecimientos deportivos, desfiles procesiones e iluminación especial. El acto contó con la presencia de los reyes, Alfonso XIII y Victoria Eugenia, y fue presidida por el arzobispo Enrique Reig, quien después daría nombre a la avenida del Primado Reig.
La coronación canónica es el máximo reconocimiento que puede tener una imagen mariana y es una forma de resaltar la devoción que se siente por ella. Dentro del tipo de coronaciones, la de más alta graduación es la pontificia, como es el caso de la patrona de València y requiere tanto una antiguedad de la imagen como una calidad en la devoción de la misma.
Puede considerarse hasta sorprendente que, tratándose de la patrona de la ciudad más grande del territorio valenciano, y a pesar del arraigo de su culto, es sólo la octava en ser coronada, cronológicamente hablando. Previamente lo habían sido las de Vallivana, Perpetuo Socorro, Campanar, Castillo, Montserrat, Milagro y Montiel.
Epicentro, el Puente del Real
En aquel 1923, la imagen fue llevada en procesión hasta el Puente del Real, un espacio que no tiene una especial connotación en la historia de la imagen, pero que se seleccionó por permitir una asistencia masiva. Y allí le fue impuesta la corona, realizada por Sugrañes a base de donativos de vecinos de la ciudad. Para la posteridad ha quedado el Himno de la Coronación, convertido en la Salve que remata cualquier acto de la Mare de Deu.
Las fechas redondas se han ido celebrando con distinta brillantes. El 25 aniversario se celebró en 1948 aún con los rigores del final de la posguerra, pero incluyó una peregrinación de la imagen por toda la ciudad.
En el año 1973 se celebró el cincuenta aniversario, del que ha quedado para la posteridad la peana conmemorativa, que también se utilizaría un cuarto de siglo después. El 12 de mayo, pero de 1998, se organizaron los actos con motivo del 75 aniversario de la coronación, para lo que se creó una comisión. Bailes, pirotecnia y una reedición del acto de 1923 devolvió a la imagen -la Peregrina- a la misma explanada junto al puente del Real. En aquella ocasión, las bodas de diamante llegaron justo después de los festejos convencionales. Si se mantiene la misma normalidad electoral, el centenario llegará en pleno inicio de la campaña.
