Después de dos años , Marisa Rosa y Concha Rebollal vuelven a encontrarse. Llevan varios siendo las primeras en la cola del Besamanos, pero en el episodio de 2018 algo pasó. Concha no estaba. Y Marisa estaba preocupada porque sabía que la tenían que operar. Doce meses después, todo volvió a la normalidad: los taburetes, las mantitas, las bolsas con comida y bebida y las dos mujeres esperando desde las siete de la mañana.

«Es que me tuve que operar de la espalda», aclara la ausente el pasado año. Horas después se les sumaría Rosa Ferris, otra habitual del grupo de madrugadoras. Las dos damas no se amilanaron ni por la tormenta que cayó cuando se dirigían a la Seo. No pensaban dejar de cumplir con la tradición. A fuerza de pasar los años, los acontecimientos de sus vidas se van produciendo. Ayer, con las campanadas de medianoche, Marisa cumplía años. Setenta y varios.

Pero con la seguridad de que, si la salud las acompaña, volverán a verse dentro de doce meses. Concha se fue nada más pasar ante la «mareta» para pensar en su proximo aliciente vital. «¡Me voy a Sevilla, a la final de Copa!».