Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los doscientos hijos del hemiciclo

Cuarenta años de ayuntamientos democráticos han generado una amplia lista de hombres y mujeres que han alcanzado el grado de concejal

Los concejales que se estrenaron o regresaron en la anterior legislatura, junto a Ribó, en el pleno de constitución de 2015. fernando bustamante

Los 33 concejales que tomarán posesión el próximo día 15 de junio elevarán a 219 (58 de ellas mujeres) la cifra de ciudadanos de València que han tenido el honor de formar parte del gobierno de la ciudad como concejales o alcalde desde que, en el 3 de abril de 1979, volvieran a abrirse las urnas y la representación de los intereses de los valencianos pasara a estar formada por personas elegidas libremente por éstos, sin imposiciones ni tercios.

Y aunque el número de concejales siempre ha sido el mismo en cada legislatura, 33, las personas que lo han ocupado han sido más puesto que el gobierno de la ciudad ha sufrido sus avatares y no han sido pocos los que, habiendo iniciado el mandato, lo abandonaron de forma más o menos abrupta. A lo largo de este tiempo han desfilado por la bancada municipal toda suerte de políticos y de ciudadanos metidos a políticos. Que forman parte ya de la historia de la villa.

En las elecciones de 2015 se dio el caso de que el partido más votado, el PP, no gobernó. Aquellos que mostraron su desagrado recordaban que, por la misma fórmula de pacto, al Partido Socialista se le impidió formar gobierno en 1991, que pasó a la mezcla de populares y Unión Valenciana. Pero lo que queda más en el olvido es que en las primeras elecciones hubo empate entre dos formaciones: Unión de Centro Democrático y Partido Socialista. Trece concejales cada uno y mil quinientos votos a favor de la formación de Adolfo Suárez.

Pero València amaneció la Transición claramente de izquierdas y los seis ediles del Partido Comunista dieron a Fernando Martínez Castellano la vara de mando. Que no le duró mucho, porque en apenas seis meses dimitió y la cedió a Ricard Pérez Casado. Curiosamente, hubo un alcalde intermedio en funciones, el comunista Pedro Zamora.

La incursión blasquista

En ese ayuntamiento se produjo la única presencia de Unión Regional Valencianista, el primer intento de un partido con denominación de origen, el "partido blasquista" que llevó al ayuntamiento al nieto del literato: Vicente Blasco Ibáñez Tortosa. Ya hubo tres mujeres: Victoria Alfonso, Josefa Císcar y Carmen Arjona. Tras cuarenta años, la cifra de mujeres ediles es del 26 por ciento.

En el partido centrista encontramos al primer concejal que acabaría siendo presidente de la Generalitat, José luís Olivas. Un camino que después haría Francisco Camps.

Ramón Vilar, ya en 1983

En 1983 se instala la normalidad de una mayoría absoluta, con la fagotización del Partido Comunista. Con 18 concejales más los dos de este partido, el PSOE de Pérez Casado controla la ciudad. Aparece, junto a Clementina Ródenas, Encarna Lerma, Fernando Millán o José Cabrera, un joven Ramón Vilar, el decano de los actuales ediles de la corporación.

En esa legislatura se produce una de las grandes sacudidas de la oposición, cuando el pastiche formado por Alianza Popular, Partido Demócrata Popular, Unión Valenciana y Unión Liberal se deshace, pasando seis de ellos al grupo mixto, incluyendo a Vicente González Lizondo, que empieza a construir la Unión Valenciana en solitario, de tan corto pero notable protagonismo desde entonces.

1987: lío en todas partes

Tanto, que la legislatura de 1987 ya es cuesta abajo para el PSOE. Y no sólo por la dimisión forzosa de Pérez Casado, a quien sustituyó Clementina Ródenas cuando no había llegado a la mitad de la legislatura. La correlación de fuerzas le pone en una situación de minoría: 13 concejales por 7 de UV, 7 del PP, 4 del CDS y dos de Izquierda Unida.

No van mejor las cosas en la oposición, donde Juan Carlos Gimeno y Francisco Jesús Bueno hacen un viaje de ida y vuelta en el PP (expulsados, ingresando en el grupo mixto y regresando a la formación popular), el mismo camino que recorre José Ignacio García Ninet en el CDS.

UV, del todo a la nada

En 1991 se produce el volteo. Gana el PSPV, pero la unión entre PP y UV cambia los papeles. Rita Barberá asciende a la alcaldía, la primera mujer de la historia de la ciudad, por apenas un puñado de votos respecto a Vicente González Lizondo.

La formación valencianista explotará en tiempo récord. Un órdago entre Martínez León y González Lizondo acaba con la salida de los dos. Dimite forzosamente Arturo Gascó, Lola García Broch abandona el partido, Martínez Marco es expulsado? el camino allanado para que se produzca la fagotización.

Cinco legislaturas azules

Y la fagotización derivará en las cinco legislaturas posteriores de aplastante dominio de Rita Barberá y el PP, con mayorías absolutas. Muchos de los vaivenes de ediles populares serán para mejorar. València es, en esos momentos, un vivero de prohombres. Está de moda. Si se va Juan Cotino es para ser nombrado director general de la policía en el Ministerio del Interior. Si se va Francisco Camps, es para ser nombrado Conseller. Si se va Joserra García Fuster, es en dirección al Senado o Fernando Coquillat en dirección al Congreso? mientras, Unión Valenciana termina su desintegración.

Hay dimisiones que son por cuestión interna del partido, como el socialista Aurelio Martínez, que se va tras no ser elegido candidato para 1999 ante Ana Noguera. (Realmente, candidato a perder contra Rita Barberá, pero así lo dejó).

Hay que llegar a 2003, en pleno rodillo, para encontrar la primera y única legislatura que acabaron los mismos que la empezaron. Casi lo mismo que en 2007, donde las únicas bajas son las de dos socialistas y para mejorar: José Luis Abalos en dirección al Congreso y Ana Botella a la delegación de gobierno.

Llega el «Plan Renove»

Joan Ribó debutó en 2011, el año en el que Compromís empieza a asomar la patita. Es el único superviviente del triunvirato que conformó con Consol Castillo y Pilar Soriano. Pero estamos en pleno plan renove porque de los ocho socialistas tampoco queda, actualmente, ninguno (Joan Calabuig, Anaîs Menguzzato, Vicent Sarriá, Salvador Broseta?) y lo mismo pasará con el PP, en el que la dimisión de Alfonso Grau marca el principio del fin. De ese consistorio de 2011 sólo pervive en la actualidad la rescatada Marta Torrado. El cambio empezará a gestarse cuatro años después, con el ayuntamiento del cambio, ya al mando de Ribó. El PP mantiene bastantes caras (que han caído ahora por las múltiples imputaciones); Ciudadanos irrumpe con seis caras nuevas (aunque una de ellas, Santiago Benlliure, abandonará y otra, Dolores Jiménez, se pasará al grupo mixto); Compromís incorpora seis «rookies» a los tres anteriores (Grezzi, Fuset, Galiana, Tello, Lozano y Campillo) y el PSOE, más conservador en ese sentido, estrena a Sandra Gómez.

Un nuevo equipo ciudadano se estrenará en los próximos días. Un PP renovado; Ciudadanos, PSOE y Compromís con caras nuevas y el estreno de Vox. En total, 18 debutantes. Más de la mitad.

Por la bancada municipal han pasado presidentes de la Generalitat, ministros, delegados de gobierno, directores generales? pero también gente del deporte (Cristina Mayo), del Mercado Central (Vicenta Lloris). De las fallas, la empresa, la cultura alternativa o las pedanías. Ha habido imputados y condenados. Los hay que hicieron carrera exitosa y otros hundieron su prestigio. Unos dimitieron para bien y otros para mal. Hubo expulsados y hubo tránsfugas. Unos cuantos ya no están entre nosotros, con Rita Barberá, Carmen Alborch a la cabeza. Y cada uno de ellos sabrá, en conciencia, qué grado de satisfacción tienen de la difícil encomienda que recibieron cierto día: servir a la ciudad.

Compartir el artículo

stats