Para Juana Rosa Cerveró, la jurando más anciana de los 1.048 civiles que prestaron juramento, el momento de besar la bandera supone la realización de un deseo cumplido. «Lo veía en el periódico pero al vivir en Cullera nunca podía». Este año no se le pasó la oportunidad y acompañada por sus dos hijos los tres juraron bandera. «Ya no me veo bien, pero estaba tan emocionada como una 'xiqueta'», confesaba.

En el otro lado se encuentra Lucía Pina, la jurando más joven, quien desde niña quería jurar bandera. «Lo lleva en la sangre», asegura su madre. El pasado mes de octubre no pudo acompañar a su hermana pero tan pronto como ha cumplido 18, y selectividad mediante, aquí está. Ambas fueron las encargadas de entregar la corona de flores en el homenaje a los caídos.