La nueva ordenanza de movilidad del Ayuntamiento de València entró ayer en vigor, aunque el desconocimiento de la misma todavía es muy generalizado, sobre todo por parte de los conductores de turismos, que siguen aparcando en zonas de carga y descarga, que ahora son exclusivas para transportistas y amplían el plazo de 20 a 30 minutos, y también por parte de los conductores de motocicletas, que ya no pueden circular por los carriles bus. Otra gran novedad, tal vez la mayor de todas, es que en 2.734 calles se reduce la velocidad de 50 a 30 kilómetros por hora. Para ello, el ayuntamiento va a ir instalando la señalización oportuna, y ya ha instalado varias en las entradas de la ciudad en la que se indica la limitación de 30 km/h en calles de un único carril por sentido.

Levante-EMV habló ayer con usuarios de patinetes, que con la nueva norma se equiparan completamente a las bicicletas, con conductores de coche y motocicleta y de bicicletas. En general, la aceptación de estas nuevas normas es bastante amplia, sobre todo en lo que respecta a la limitación de la velocidad. Así, María Kelly, usuaria de bicicleta, decía que «me parece muy bien que los coches vayan más despacio por la ciudad porque es peligroso, a veces te pitan cuando vas en bici o te adelantan muy rápido y muy cerca». Por otra parte, David Olmos, conductor de moto, vería más razonable limitarlo de 50 km/h a 40: «bajarlo tanto me parece demasiado». Él lo que si ve muy bien es que las motos ya no puedan ir por el carril bus: «Lo veo más seguro y también está bien dar prioridad al transporte público», valoraba.

Por su parte, Alfonso, de Alfafar, que acababa de aparcar en carga y descarga, decía que «me parece muy bien que se regularice el tiempo, pero también hay que estudiar las necesidades de los turismos». No obstante, para él lo primordial es «pensar en las personas y que vayan desapareciendo los coches de las ciudades cada vez más», asegura.