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Opinión

El fugitivo Enric Esteve

Cuando saltó la noticia de que Enrique Esteve, presidente de Lo Rat Penat, iba en las listas del PP al Ayuntamiento de València, en absoluto me extrañó. El PP se ha dedicado siempre a comprar o alquilar nombres que sonasen un poco como supuestos activistas valencianistas para pescar en río revuelto, aunque nunca la valía la hubiesen demostrado. En la misma compra que Esteve, apostó por el hijo de Lizondo.

Puso el PP en la avanzadilla de su lista estos nombres que creía iban a darle suerte por el pretendido colorete azul que pensaba tenían, pero como ocurre en los azules de las casas encaladas mediterráneas, han servido más que de atracción, de espanto.

Esteve justificó su propia venta al PP a que desde este partido se podía hacer avanzar más el valencianismo (blavero), curiosamente el mismo argumento que empleó otro conocido de la política, Chiquillo, quien orillado por los cuentos y rutas del bakalao que se ha montado, piensa ahora en que le puedan contratar en Ciudadanos. Ahora estará más barato, cuando traicionó de la noche a la mañana a su partido, Unión Valenciana, siendo su presidente nacional, consiguió que le hicieran Senador, con lo que ha pagado «muchas hipotecas» a cambio de nada. ¿Qué ha hecho por el valencianismo desde entonces?

Esteve alegó para justificar este nuevo contrato de arrendamiento con el PP que lo hacía «para defender los valores y reivindicaciones del valencianismo desde el ayuntamiento». Extraño alegato, pues durante su casi cuarto de siglo que lleva al frente de Lo Rat Penat, el PP maniobró muy suelto, potente y libre, para negociar y crear la Academia Valenciana de la Lengua, la que para el mundo de la blavor es la bestia negra que arrasará con las peculiaridades de la genuina Lengua Valenciana. Esteve estuvo callado entonces ante el parto y alumbramiento de la AVL, porque el PP, a través de Zaplana, le regaló generosamente y sin mérito alguno con importantes cargos públicos y políticos, dotados con sustanciosos sueldos. Sólo decía algunas tímidas insinuaciones en sus cortesanos Juegos Florales, ante un público palmero entregadísimo, sin más trascendencia.

A Esteve, ahora que había entrado en el Ayuntamiento, se le brindaba la oportunidad de dar la cara, de hablar, debatir, argumentar, en favor y avance de la lengua y cultura valenciana, de oponerse al fuerte catalanismo a presión imperante, e incluso influir en contra, pero Esteve, como las ratas en un barco, se larga, se ha acojonado, se le ha acabado el fuelle y las pomposas ganas que dice tiene, o tenía, de hacer avanzar el valencianismo (blavero). Se retira del campo de batalla antes de comenzar la pelea. Mas siendo esto grave, lo peor es que anuncia que se vuelve a Lo Rat Penat, porque, afirma, va a ser «más útil liderando la defensa de los intereses valencianistas desde Lo Rat Penat». Querrá superar a Franco en su tiempo al frente del Estado, cuando lo normal ha sido que los presidentes de Lo Rat Penat ocuparan el cargo dos o tres años. Quiere seguir en la poltrona de la centenaria entidad cultural que estuvo antaño dirigida por una lista interminable de ilustres próceres, sabios, cultos e ilustrados presidentes.

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