Lo que se vislumbraba como un fin de semana nada halagüeño para los hosteleros de las playas de la Malva-rosa y Cabanyal, finalmente no fue tanto y la previsión quedó reducida a un susto. El cierre de las playas de la Malva-rosa y el Cabanyal decretado por el Ayuntamiento de València este viernes después de detectar la existencia de bacterias E.coli, presentes en las aguas fecales, se disolvió ayer a primera hora.

El Ayuntamiento de València autorizó el baño en sus costas a las 9.45 horas (antes incluso de que los socorristas izasen la bandera), después de que los últimos análisis decretasen la «perfecta» calidad del agua. Los nuevos análisis del agua demostraraban que su estado volvía a ser «óptimo» (pese a que se sigue sin conocer el origen de los vertidos, aunque todo apunta a que el problema proviene de algún punto de la playa de la Patacona después de descartar que tuviese algo que ver con las obras realizadas en el emisario de Vera) por lo que ya no había motivos para mantener la prohibición del baño. A los bañistas poco les afectó. De hecho, muchos acudieron a la Malva-rosa sin saber siquiera que ayer se había decretado el cierre.

Otros, por su parte, tampoco conocían la nueva autorización y acercaron a la playa con el objetivo de pasear por la arena o, simplemente, disfrutar un poco del sol en la arena.

Aseguraron los hosteleros que en ningún momento se vio mermada su actividad durante el pasado viernes, pues la gran mayoría de las mesas estaban ya reservadas. Indicaron, no obstante, que el inconveniente lo hubiesen encontrado si la prohibición del baño se hubiese prolongado a lo largo del fin de semana.

No obstante, algunos de los bañistas creían ayer que la prohibición seguía siendo efectiva, dado que la bandera seguía sin ser verde. No obstante, desde Cruz Roja aseguraron que el amarillo de la bandera se debía al viento de poniente que llegaba a la costa y, por tanto, la corriente que podría arrastar a los bañistas hasta el interior del agua.

La voz, no obstante, se fue corriendo a lo largo de la mañana y la costa se iba llenando de bañistas conforme pasaban las horas. Como Rosa Llatas o Amparo Fons, «fieles playeras» que advertían la «baja calidad» del agua de la Malva-rosa. Algo que, reconocieron, es habitual, aunque reconocieron que en los últimos días «el agua estaba muy limpia». Es por ello que Pilar Sancho consideró la necesidad de hacer estudios de la calidad del agua de forma rutinaria, «sobre todo en verano».