La Basílica de la Virgen presentó ayer la restauración del manto de «los cardos y quimeras», más conocido como el «manto de los dragones», cuya elaboración data de principios del siglo XX y que fue el primer manto solemne que llevó la imagen de la Virgen después de la «persecución religiosa» a partir de 1940. La imagen principal de la Patrona, que preside el altar mayor de la Basílica, vistió este manto sin interrupción desde 1940 a 1948, cuando pasó a ser utilizado por la imagen «peregrina», que lo llevó en sus recorridos por la ciudad y la región. El manto ha sido ahora reparado en el taller sevillano de Luis Miguel Garduño Lara (Creaciones Garduño S.L.), que también restauró el manto de la Coronación de la Virgen de los Desamparados, del siglo XIX.
El «manto de los dragones» presentaba desperfectos, como roturas y alteraciones en el color. Ha sido cambiada la tela soporte por una nueva consistente en un tisú de plata e hilos metálicos y de colores. Igualmente, ha sido reorganizada la zona central para «darle más armonía y equilibrio». Para la intervención, han dedicado más de 6.800 horas al tratarse de un proceso «complejo».
En los bordados «encontramos oxidación, descamación, ennegrecimiento y suciedad de las láminas metálicas por las que se forman las hilaturas de oro, todo esto debido a las exposiciones al polvo, cambios de temperatura y humedad, y del roce del uso como cualquier manto procesional», expresó Luis Miguel Garduño. Además, «en la lámina metálica de la mayoría de estas piezas se halla una especie de brillantina o resina, que parece ser utilizada en alguna intervención, un producto químico que ha dificultado la restauración».