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El convento de Jerusalem

En 1932 fue vendido el convento a un grupo donde se encontraba el concejal del Ayuntamiento Ismael Barrera, Luís Escrivá de Romaní y Luís Basset. Éstos donaron al Ayuntamiento de València la portada de la Iglesia, pasando a sus almacenes y de la que nunca más se supo.

El convento de Jerusalem

En la mayoría de ocasiones que escuchamos «Convento Jerusalén» lo asociamos a la conocida calle de dicho nombre, a su falla de sección especial, a su popular mercadillo o incluso a su famoso mercado, pero muchos desconocen que a esa calle llegaban los muros del Monasterio de Jerusalem, cuya entrada principal se realizaba por la calle de San Vicente; convento con casi 7 siglos de historia y uno de los grandes desconocidos de la ciudad.

Debemos aclarar que no se trata de un error ortográfico las veces que el lector lea la palabra Jerusalem terminada con la letra eme, sino de una reivindicación en la que nos alineamos junto a la teoría de Francisco Almela y Vives; no es nuestra intención ir contra la RAE pero queremos defender la «m» final por dos razones, por etimología y porque está más cercana a la pronunciación valenciana.

La primera noticia fehaciente que tenemos del origen del convento de Jerusalem la encontramos el 18 de agosto de 1341 en un legado realizado por una tal Nicolasa, casada con Miguel Folquer, en el que las beneficiarias fueron las beatas residentes en una primitiva mansión extramuros justo al lado de la Puerta de San Vicente. Estas beatas vivían en congregación sujetas a la tercera regla de penitencia de San Francisco de Asís escuchando misa diariamente y realizando oficios divinos. Entre estas beatas se encontraba Na Soriana que en 1345 fundaría la Casa de la Arrepentidas para mantener fuera del mal a mujeres pecadoras, origen del que más tarde, en 1600, sería el Convento de San Gregorio.

La fama de estas beatas llegó a oídos del Papa Alejandro VI gracias al rey Fernando de Castilla y a César Borja, arzobispo de Valencia. El Papa redactó una bula el 9 junio de 1496 en la que aprobaba la construcción de un Monasterio de la Orden de Santa Clara con la regla de Urbano IV, con el nombre de Jerusalem y bajo la advocación de la Virgen María del Espasmo, con iglesia, campanario, claustro, huerto, dormitorios y refectorio. Aunque las beatas deberían de seguir bajo la orden de San Francisco de Asís, éstas deberían de estar instruidas e iluminadas por monjas clarisas, por lo cual el monasterio estaría habitado por franciscanas, clarisas y urbanistas, indicar que nunca por monjas mínimas como algún historiador escribió.

La escritura pública fue realizada ante el notario Juan de Arbeca y fue leída en la casa junto a la Puerta de San Vicente el 10 de octubre de 1496 con la presencia de Juan de Vera, vicario general, Luis de Cabanilles, gobernador, el bayle Diego de Torres y la abadesa Violante Arnau junto a las religiosas Francina Sent Joan, Catalina Ferrara, Juana Alverada, Beatriz Sanchis, Isabel Alseruch, Isabel Esparraguera e Isabel García.

Ha existido siempre una fuerte controversia sobre quién es el verdadero fundador del Convento, siendo los mismos historiadores los que han contribuido a ésta. Así pues, Gaspar Escolano nos dice en su libro «Decada primera de la historia de la insigne y Coronada ciudad y Reyno de Valencia» que Jerónimo Cabanilles ? fue persona tan poderosa, que edificó de su hacienda y dotó el monasterio de Monjas de Hierusalem en Valencia: y labró el castillo de Alginete: fabricas empeçadas por el Luys de Cabanillas. Por su parte Manuel Fuster y Membrado, padre de Justo Pastor, en su libro «Sucesos memorables de Valencia y su reyno» nos dice? año de 1500 en la puerta de San Vicente a la parte de fuera, Dn. Geromino Cabanillas, Gobernador de Valencia fundo un convento. Agustín Sales nos dice en «Historia del real monasterio de la Santísima Trinidad» refiriéndose al de Jerusalem ?fundado por el gobernador don Luis de Cabanilles en 1496 y lo mejoró su hermano Jerónimo en 1500. Jose Teixidor en su libro «Antigüedades de Valencia» pone cordura al tema ?la fundación se hizo a ruegos de don Luís Cabanilles, el gobernador en 1496; que don Luís, su hijo, comenzó la fábrica y que su otro hijo don Jerónimo la prosiguió. El Marqués de Cruielles en su libro «Guía urbana de Valencia antigua y moderna» nos dice ?la fundación se hizo por don Luis Cabanilles, gobernador en 1496 y la mejoró su hermano don Jerónimo en 1500. Pedro Sucías en su manuscrito «Los conventos del reino de Valencia» nos dice únicamente que fue fundado por el gobernador don Luís de Cabanilles. Por último, citar a José Martínez Aloy en su libro «Geografía General del Reino de Valencia» que nos dice que el gobernador de Valencia, don Luis Cabanillas y Vilarrasa, obtuvo en 1496 permiso para erigir el monasterio, ? tan ilustre fundador y su hermano don Jerónimo, en 1500, intervinieron en la fábrica de este convento. Podríamos continuar mencionando a Elías Tormo, Manuel González Martí, Juan B. Perales o Teodoro Llorente que continúan enredando la verdadera historia del fundador del Convento de Jerusalem.

Bien, vamos a intentar aclarar quién es quién en la historia de la fundación del convento, en primer lugar, aclarar que el gobernador de Valencia en 1496 era Luís Cabanilles Vilarrasa, III señor de Benisanó, hijo segundo de Castellana de Cabanilles y de Luís de Vilarrasa, que heredó el título al acceder al cambio de orden de sus apellidos con el fin de que no se perdiera el vínculo del señorío de Benisanó con el apellido Cabanilles. Casado con Isabel Gallach, tuvo dos hijos, el primogénito Luís, que fue IV señor de Benisanó y gobernador en 1503 y el menor Jerónimo, V señor de Benisanó después de fallecer su hermano en 1524. En segundo lugar, en el testamento de Jerónimo Cabanilles podemos leer ?recordantme los meus predecessores esser estats fundadors del dit monastir de Hierusalem?, habla de predecesores en plural, en referencia a su padre y a su hermano. Podemos afirmar que el fundador del monasterio de Jerusalem fue Luís Cabanilles Vilarrasa, que inició la «fábrica» su hijo Luís para continuarla y finalizarla posteriormente su otro hijo, Jerónimo.

No se tiene constancia de que fuera una construcción importante, más bien fue creciendo poco a poco a medida de las necesidades de las monjas; toda la madera utilizada en su construcción fue cortada de los pinares de Manises, un muro de gran altura delimitaba el perímetro del convento y el acceso se realizaba por la actual calle de Játiva; se entraba a un patio donde a la derecha se encontraba pegada al muro que daba a la Calle de San Vicente, la casa de la guardesa. Al otro lado del patio, la iglesia de estilo gótico, con altar mayor sobre un presbiterio alto con una balconada de hierro a todo lo largo y bajo de éste una capilla con altar al centro de la iglesia en la que se bajaban cuatro escalones con bóveda de arco rebajado; a la derecha de la fachada de la iglesia una puerta daba paso a la escalera por la que se subía al recibidor del convento y que servía de frontera con la zona de clausura; también desde ese patio se podía acceder a la Huerta de la Cera, llamada así por ser el lugar donde las monjas blanqueaban este material, más tarde conocido como Patio de las Palmeras. El edificio conventual carecía de claustro, pero por el contrario tenía una importante huerta con pozo incluido y cementerio. Cabe destacar que en la cripta de la Iglesia fue enterrado con el hábito franciscano junto a su espada, en julio de 1525, el Marqués de Brandemburgo segundo marido de Germana de Foix, Capitán General del Reino de Valencia y amigo personal de Jerónimo de Cabanilles.

La tarde del 3 de mayo de 1599 el monasterio tuvo una ilustre visita, después del casamiento de Felipe III con Margarita de Hungría el 18 de abril en la Catedral de Valencia y para agradecer la hospitalidad a la ciudad que les había agasajado, los monarcas dieron un paseo por la ciudad, una carruaje abría la comitiva formada por 6 carrozas, después de recorrer las principales calles de la ciudad, ésta se dirigió al monasterio de Jerusalem donde el rey y su esposa oraron durante unos minutos en su Iglesia, después de entrar en las dependencias del convento, el monarca quedó tan impresionado por la austeridad en la que vivían las monjas que dejó una importante limosna.

En 1811 ante la inminente invasión francesa y al estar tan cercano del lienzo de la muralla y siendo un estorbo para la defensa de la ciudad, la Junta de Defensa tomó la decisión de derribar el tejado y bóveda de la iglesia, abandonando las monjas el convento para refugiarse en la Casa de la Enseñanza de la calle de la Sangre. El convento quedó arrasado casi en su totalidad al término de la guerra y para poder volver a reconstruirlo las mojas tuvieron que vender una de sus joyas, la obra de Juan de Juanes «la Virgen de la Leche». El cuadro fue adquirido por Jaime Roig y restaurado por Vicente López al estar un tanto estropeado a causa de la humedad y el paso de los años; el Sr. Roig al fallecer su esposa María Rosa Espinosa y siguiendo sus últimas voluntades, donó el cuadro a la Iglesia de San Andrés, fue colgado en el altar de San José en noviembre de 1844.

La reconstrucción del convento duró dos años y solo se pudo aprovechar del edificio original la portada de su iglesia, verdadera joya y única pieza arquitectónica de valor. El vano de la puerta estaba limitado a los lados por unas finas columnas adosadas y la parte superior por una faja de piedra lisa, la unión de ambas formaba dos ángulos rectos. Sobre la faja de piedra, se encontraba un arco ojival remarcado con varias molduras formando en medio un tímpano en forma de concha sobre el que destacaba la imagen de la Virgen. El arco ojival estaba delimitado por un arco conopial, creando un espacio entre ellos rellenado por un querubín. A su vez estos arcos quedaban encerrados en un cuadrilátero de molduras con lo que resultaban dos espacios ocupados simétricamente por el escudo de la familia Cabanillas-Vilarrasa de los que nacían filacterias de forma ornamental.

Durante la desamortización de Mendizábal en 1836, el convento no sufrió daño alguno y sirvió como refugio de varias obras pertenecientes a la vecina Iglesia de San Agustín. En 1868 las monjas canonesas de San Agustín se trasladaron al convento de Jerusalem al ser derribado el suyo de la calle del Mar esquina a la de san Cristóbal, hasta que en 1873 las religiosas marcharon al antiguo convento de San Antonio de la calle de Sagunto.

En 1931, las religiosas de convento de Jerusalem, en voz de su administrador Adolfo Machinandiarena y según proyecto presentado por Alfonso Garín Ortolá y planos de Manuel Peris Carrasco, ante el Ayuntamiento de Valencia solicitan permiso de construcción para un nuevo convento e iglesia en la actual calle de Gregorio Gea de Valencia.

En 1932, fue vendido el convento a un grupo donde se encontraba el concejal del Ayuntamiento Ismael Barrera, Luís Escrivá de Romaní y Luís Basset; según la prensa de la época, la venta se realizó por un precio muy por debajo del de mercado siendo motivo de polémica. Los nuevos propietarios donaron al Ayuntamiento de Valencia la portada de la Iglesia, pasando a sus almacenes. Puestos al habla con los distintos departamentos municipales nos comentan que dicha puerta no aparece en ningún inventario del consistorio.

Los únicos vestigios relacionados con el convento de Jerusalem en la actualidad, son el cuadro de Juan de Juanes «la Virgen de la Leche» que podemos encontrar a la izquierda del altar de la iglesia de san Andrés de nuestra ciudad; también una espuela y espada del marqués de Brandemburgo enterrado en la cripta de la iglesia del Convento de Jerusalem. Éstas pertenecen a la colección municipal de armas y se encuentran en la sala museo del las Torres de Quart, cerrada desde hace unos dos años aproximadamente. Verum Valentia tuvo la oportunidad de ver, gracias a la amabilidad de la técnico municipal Rafaela Soriano, estas piezas en una visita privada donde pudimos comprobar con la delicadeza y profesionalidad que tratan los técnicos estas joyas de nuestra historia?

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