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La Alquería del Moro desvela sus secretos

Se han recuperado un lagar de vino de hace varios siglos, un silo, chimeneas y hornos

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Así es ahora l'Alqueria del Moro

En unos meses (dos o tres, si no hay contratiempos) finalizarán las obras de restauración de uno de los edificios más emblemáticos de València, la Casa del Senyor del conjunto de la Alqueria del Moro, declarado Bien de Interés Cultural en 2004. Enclavada junto al Parc de Benicalap y custodiada, a un lado, por grandes fincas residenciales y, por el otro, por el pequeño pedazo de huerta que sobrevive en Ciutat Fallera (Benicalap), este inmueble es una joya de la arquitectura señorial y rural de la huerta valenciana de los siglos XIV, XVI y XVIII. No es casual que Miguel del Rey datara en diferentes épocas la evolución de la alquería, ya que a lo largo de la historia ha sufrido importantes transformaciones. Comenzó teniendo forma de «U», pero fue ganando estancias y cambiando de usos en su interior. En un determinado momento la zona noble se trasladó a la primera planta, pero en su último periodo esta parte se convirtió en cambras en las que secaban tabaco, almacenaban el cacao y trataban la seda con la que comerciaban sus inquilinos.

Tantas épocas distintas como propietarios ha tenido la Alqueria del Moro, que quedó deshabitada en 1969 cuando sus arrendatarios, la familia López Mir, dejaron la casa. En 1998 la Generalitat expropió el inmueble y lo cedió al Ayuntamiento de València. Tras 20 años de abandono y expolio, el Govern de la Nau la rescató del olvido con una rehabilitación integral que supera los 1,5 millones de euros. La Casa del Senyor será la futura sede del Consell Rector de l'Horta, pero sobre todo será un espacio único para conocer la evolución de los modos de vida en la huerta, desde el siglo XV hasta nuestros días.

Adolfo Herrero, codirector de las obras de restauración, y Pepa Pascual, directora de la Sección de Arqueología Municipal, acompañan a Levante-EMV en un recorrido por el espectacular trabajo de rehabilitación. Ha sido complicado llevar a cabo el proyecto porque se ha tenido que poner en valor lo más representativo de cada época, sin distorsionar el conjunto. Por eso en el futuro el visitante encontrará diferentes decoraciones, desde algunas que datan del siglo XV-XVI a otras más recientes. O los dibujos que se han recuperado de los muros, como el de un precioso barco.

La restauración de la Alqueria del Moro ha sacado a relucir tesoros ocultos. Como un enorme lagar donde se pisaba el vino hace varios siglos en la estancia más antigua -porque hace unos cientos de año reinaba la vid y el trigo en esas tierras-. O un enorme compartimento subterráneo a la entrada del edificio, a modo de silo enterrado donde guardaban el grano.

Se han recuperado distintas chimeneas en varias estancias de la alquería, alguna tan solo de decoración y otras que cumplieron su función de calentar unas enormes habitaciones. En la cocina se pueden vislumbrar las tres grandes épocas de la casa, desde el primitivo horno situado a un lado, hasta la evolución de las chimeneas posteriores. También se conserva el banco de cocina o la pila, así como los diferentes huecos en las paredes que se usaban para guardar utensilios.

La escalera principal en dos tramos también se ha recuperado, con la peculiaridad de que en un momento de la historia se dividió hacia dos accesos diferentes. Sin embargo, esta escalinata tan representativa de los palecetes góticos no cumple la normativa actual y se ha construido un acceso exterior completo, con ascensor incluido que se cubrirá con una celosía.

Aunque parezca imposible, también se han podido salvar elementos de la carpintería original, como la puerta de acceso o algunas ventanas. Otras son de nueva ejecución. Una de las últimas sorpresas que ha deparado la restauración es el hallazgo en un hueco tapiado junto a la entrada principal de las llaves originales.

La seña de identidad de la Alqueria del Moro, sus dos ventanas góticas exteriores al Camino Viejo de Burjassot, también recuperan su esplendor. Una de ellas es original, la otra reconstruida, debido al expolio que ha sufrido el edificio en las décadas que estuvo deshabitado.

Muchos suelos y un par de grandes rosetas se han podido restaurar, aunque aún no están colocados porque se dejan para la última fase de la rehabilitación.

En la estancia que da al antiguo Camí de la Alqueria del Moro se ha recuperado el dibujo de las almenas originales que más tarde se tapiaron. En esa gran sala también se construyó una pequeña capilla, de poco más de un metro de profundidad, que hoy se ha recuperado. Y en el exterior vuelve a crecer la parra tan característica que lucía en fotos antiguas, además de la higuera de más de 70 años.

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