Ni en Compromís ni en el Partido Socialista cogieron ayer el teléfono para llamar al otro y quedar a negociar. El diálogo ha quedado suspendido por la sensación de deslealtad que tiene el PSPV y en la otra parte no van a mover ficha de momento pensando que quizá unos días de reflexión no vendrían mal para rebajar la tensión y quitar el foco mediático.

Ayer sólo hubo declaraciones de líderes políticos de ambas partes invitando a formar un gobierno de progreso que cada vez está más lejos. El presidente de la Generalitat y secretario general del PSPV-PSOE, Ximo Puig, se mostró «favorable» a que haya acuerdo en favor de un ejecutivo «fuerte» y «progresista» que refleje «la voluntad de los valencianos y las valencianas» y que afronte los «grandes problemas» y «retos» de la capital. No obstante, expresó su «respeto a la autonomía de decisión» en el consistorio.

Por su lado, el portavoz de Compromís en el Ayuntamiento de València, Pere Fuset, aseguró que su formación «no se va a levantar de la mesa» de negociación y va a seguir trabajando por un ejecutivo de coalición «pase lo que pase». «Nuestro plan A, B, C, D, E, y el F si hace falta es gobernar en coalición», dijo.

Sobre las palabras de Sandra Gómez en las que acusaba a Compromís de deslealtad, Fuset dijo que «son acusaciones inmerecidas e innecesarias». «Se han excedido. Un calentón creo que todo el mundo podemos tenerlo, pero yo creo que no es justo. Yo quiero crear un clima de colaboración y cooperación para reeditar ese gobierno de coalición y por tanto lo que no voy a hacer es tirar más leña al fuego. Creo que no era necesario, ni lo es», opinó.

Sin organización

En esta situación, por tanto, los días pasan y el tiempo se acaba. Ayer el Ayuntamiento de València anunció que el pleno de organización será el próximo 17 de junio y este viernes se ha convocado una junta de portavoces preparatoria de ese pleno. Ahí debería cerrarse el tema de los grupos, los asesores que corresponden a cada uno, el lugar que ocuparán en la casa consistorial y otras cuestiones de orden que siguen sin solucionarse cuarenta días después de las elecciones.

Pero todo indica que no será así. No tener cerrado un acuerdo de gobierno dificulta, por ejemplo, el reparto de asesores, pues no es lo mismo ser grupo de gobierno que de oposición. Igual ocurre con las instalaciones que deberá ocupar cada grupo y las asignaciones presupuestarias. Puede afectar, incluso, a la colocación en el hemiciclo.

Esta incertidumbre, además, empieza a cansar a los grupos municipales. Ayer el portavoz de Vox, Pepe Gosálbez, lamentaba que un mes después de las elecciones no tuvieran todavía un despacho donde poder realizar su trabajo dignamente, situación en la que también se encuentran todos los nuevos concejales.