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Una conexión entre San Isidro y Vara de Quart

El talud del tren es una zona degradada que con este proyecto se convertiría en verde y peatonal

Una conexión entre San Isidro y Vara de Quart

En las universidades valencianas se forman, cada año, estudiantes en muy diversos ámbitos del conocimiento. Personas jóvenes, con grandes ilusiones y proyectos para su vida, pero también para la sociedad que, en demasiadas ocasiones, se ven abocados a emigrar, con sus títulos, sus años de formación y sus ideas en la maleta. Sectores tan importantes como medicina, ciencias, todo tipo de ingenierías o arquitectura son de gran relevancia, pero sus recién licenciados se topan con grandes problemas para encontrar en el mercado laboral una oportunidad que les permita tener una vida digna.

La situación es todavía más grave si se tiene en cuenta que, además, muchos de ellos han desarrollado en su proyecto formativo, en sus trabajos de Fin de Carrera, máster o en sus doctorados, propuestas y proyectos que, perfectamente, se podrían aplicar en ciudades como València, pero que en demasiadas ocasiones se quedan olvidados, sin que nadie se preocupe en tratar de poner en práctica el resultado de tantos años de esfuezo y dedicación.

Incluso en algunos casos las propias universidades fomentan que sus estudiantes se centren en investigaciones que podrían ser aplicables a la capital del Túria de un modo u otro. Esto es lo que ocurrió en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universitat Politècnica de València cuando, en el año 2017, todos los alumnos centraron su Trabajo de Fin de Grado (TFG) en un barrio valenciano como el de San Isidro.

Uno de estos trabajos fue el de Ada Lagardera, el cual luego transformó en un libro titulado «La frontera Sur-Oeste».

La peculiaridad del proyecto defendido por Lagardera era que se enfocaba en unir, de una forma ecológica y amable, dos zonas vecinas pero históricamente divididas como son Vara de Quart y San Isidro, así como estas con Xirivella. Esto se conseguiría con la creación de una pasarela peatonal y verde que iría paralela a las vías del tren y que se crearía sobre una de las vías que lleva muchos años en desuso. Un proyecto innovador que recuerda al «High Line» de Manhattan; un parque en altura de 2,33 kilómetros de extensión, que goza de gran prestigio internacional y que ha recibido premios como el «Veronica Rudge Green Prize in Urban Design» de 2018, de la Universidad de Harvard.

Salvando las distancias, València podría contar con un parque similar al de Manhattan en esta parte del sur-oeste de la ciudad que ya en su día se vio dividida por el desvío del cauce del Túria y que, además, soporta constantemente el tráfico de la V-30 y también el paso de las vías del tren, sin olvidar los inconvenientes de contar con el metro en superficie. Una zona que, además, está muy necesitada de zonas verdes, así como de otras dotaciones como aparcamientos, viviendas, mejora del colegio o espacios sociales que también están previstos en el proyecto de Lagardera. El talud de las vías del tren es, actualmente, una zona degradada que ha generado gran cantidad de protestas por parte de los vecinos. Lagardera plantea usarlo y transformarlo en un espacio verde. En la parte superior del mismo estaría la citada pasarela, que uniría dos barrios y dos localidades y también comunicaría con ciudad Ros Casares, una zona habitada que, no obstante, hoy permanece aislada de la ciudad.

Trasladar el colegio

Otra de las medidas previstas en el proyecto de Lagardera es trasladar el colegio de sitio, pues su ubicación actual no permite su ampliación, y transformar el actual espacio, así como la vecina alquería, una vez rehabilitada, en espacios sociales. De este modo, el colegio se ubicaría al otro lado de la calle Campos Crespo, pegado al parque del Cementerio General y a la zona deportiva.

El problema de la falta de aparcamiento en el barrio se afrontaría con una solución poco común en València como es la del aparcamiento en superficie. Lagardera defiende que es algo «menos costoso» y que puede crearse de una forma sencilla generando una estructura semicerrada que también podría incluir incluso jardines verticales. Lo contrario se aplicaría, en cambio, en las cocheras de la EMT. Allí plantea construir un aparcamiento subterráneo para que la Empresa Municipal de Transportes no necesite ocupar tanto espacio físico y pueda ceder una parte de sus instalaciones al barrio, la cual se usaría para conformar parte de la zona verde prevista para la pasarela y el talud, y también para conectar estas dos zonas del barrio de San Isidro.

Viviendas para financiar la obra

Cuando se plantea un proyecto de estas características, con un parte fundamentalmente verde y también social, siempre surge la duda de cómo financiarlo.

Para ello Lagardera plantea la construcción de viviendas, pero en zonas ya urbanizadas, con alturas limitadas y que se integren en el conjunto del barrio y también generando bloques con paso inferior para posibilitar las zonas verdes. Por otra parte, plantea crear un par de torres de oficinas así como reutilizar varias naves industriales de Vara de Quart, hoy en desuso, para llevar a cabo proyectos de cowoking y otras iniciativas.

En definitiva, un proyecto de Fin de Grado de una joven valenciana que, lamentablemente, lo más probable es que se quede en el cajón, como tantos otros, pero que refleja que el talento, las ideas y las ganas de trabajar por construir una ciudad más habitable, más verde y más humana están ahí, aunque la sociedad se empeñe en seguir formando estudiantes año tras año cuyas salidas en demasiadas ocasiones siguen siendo solo tres: «por tierra, mar o aire».

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