Cada minuto 17 personas mueren de hambre en el mundo. En una hora 1.042. Al día 25.000 fallecidos, 18.000 de ellos niños. Mientras la inanición siega cada vez más vidas, por primera vez en la historia en el planeta hay más obesos, 830 millones de personas, que seres humanos que pasan hambre, 820 millones, según el Informe sobre la situación alimentaria mundial de Naciones Unidas presentado hace una semana en Nueva York.

Poner un poco de sentido común ante semejante despropósito es la función con la que nace el Centro Mundial para la Alimentación Urbana Sostenible, el Cemas, que ayer inauguró en València la reina Letizia, embajadora especial para temas de nutrición de la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

El Cemas, que ocupa la antigua base del Alinghi de la Copa del América en la Marina, nace cuatro años después de la cumbre de Milán, en la que 140 alcaldes y alcadesas se comprometieron a impulsar la alimentación sostenible desde las ciudades, donde ya vive más de la mitad de la población mundial.

La cooperación entre la FAO y el Ayuntamiento de València se plasma en un centro que arranca con la misión de compartir experiencias de buenas prácticas de alimentación sostenible y con el primer objetivo de combatir desde las ciudades «la pandemia mundial de la obesidad», según anunció el director general de la FAO, el brasileño José Graziano da Silva, quien esta semana agota su mandato tras 7 años al frente de este agencia de Naciones Unidas con sede en Roma.

Graziano da Silva incidió en que 2.000 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria en el mundo. Es decir que carecen de alimentos para comer toda la semana. Mientras una de cada nueve personas pasa hambre en el mundo, los malos hábitos alimentarios hacen que la obesidad se dispare «no solo en los países ricos, sino en todas partes porque la gente cada vez come peor, consume muchos productos ultraprocesados, con mucho azúcar, sal e ingredientes poco saludables».

Ultraprocesados al alza

Estos ultraprocesados, según el portavoz de la FAO, «son más económicos, accesibles y más fáciles de preparar, por lo que está llevando la pandemia de la obesidad a los suburbios de las ciudades e incluso a países con menos recursos que tienen que importar alimentos, como África o las islas del Caribe, donde el 70 % de la población está obesa».

La obesidad, insistió Graziano da Silva, «esta disparando las enfermedades coronarias, la diabetes y algunos tipos de cáncer, y se calcula que ya deja cuatro millones de muertes al año en todo el mundo, provocando un coste en tratamientos médicos de más de 2.000 millones de dólares anuales».

El director general de la FAO puso en valor el papel del Cemas de València al subrayar que las ciudades «son un agente de cambio cada vez más importante y deben jugar un papel clave en la batalla contra la mala alimentación». Para ello, remarcó, deben impulsar «de forma urgente la puesta en marcha de sistemas alimentarios saludables y nutritivos que preserven a la vez los recursos naturales».

Para Graziano da Silva, la dieta mediterránea «es un buen ejemplo de alimentación saludable, al integrar los sistemas de proximidad en la producción con el concepto del campo a la mesa». «Hay que impulsar las cadenas cortas de producción, que facilitan el consumo de alimentos frescos, como frutas y verduras, mediante el fomento de la agricultura urbana y periurbana», dijo en alusión a l'Horta.

El responsable de la FAO, concluyó su último discurso como mandatario de Naciones Unidas, apelando al sí se puede: «El objetivo de la ONU de Hambre Cero para 2030 hay que hacerlo posible tenemos 10 años por delante y podemos hacerlo».

Una meta compartida por el alcalde de València, Joan Ribó, quien ha insistido en que «nunca antes hemos tenido la posibilidad de ser la primera generación que erradique el hambre en el mundo». Ribó es el primer valedor del Cemas, cuyo empeño personal ha arrebatado este centro mundial a ciudades con 10 veces más población que el Cap i Casal. Para el alcalde, «la alimentación de calidad es un derecho humano que todas las instituciones, empezando por los ayuntamientos, deben defender».

Faro mundial de buenas prácticas

Para el alcalde, el Cemas debe ser un faro mundial de «buenas prácticas alimentarias y un polo de acciones por la sostenibilidad, el desarrollo y la paz y contra el hambre, una de las muertes más dolorosas y humillantes que cualquier persona puede sufrir».

El president Ximo Puig, que ofreció todo el apoyo de la Generalitat al Cemas, insistió en la importancia de que las ciudades, «lo local», contribuyan a «soluciones globales» para conseguir el «objetivo irrenunciable de hambre cero en 2030». Puig recalcó que el Cemas convierte a València «en un paradigma de solidaridad, salud y sostenibilidad». Además, recordó que la Comunitat fue «la primera autonomía en suscribir, con la Red Española para el Desarrollo Sostenible, los objetivos de Naciones Unidas para 2030». Finalmente, el director del Cemas, Vicent Domingo, dirigió un minicoloquio entre la filósofa y activista india Vandana Shiva y el profesor Edward Rubin, miembro del Panel Internacional del Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) cuando recibió el Nobel de la Paz en 2007.

Vandana Shiva destacó que las mujeres rurales de los países en vías de desarrollo «están liderando la transición a una alimentación más sostenible frente a los modelos capitalistas, donde lo único que importa es producir más y no la calidad de lo que produce». Para esta filósofa, «la sabiduría de las abuelas y su modelo tradicional de economía de compartir, cuidar y reaprovechar todo, es una actitud digna de ser seguida».

Rubin, por su parte, reclamó «un liderazgo político y social creíble y valioso que ayude en la tarea de explicar la influencia de la producción alimentaria actual en el cambio climático y en la sostenibilidad». En este sentido, apuntó que hay que reducir el impacto de la generación de gases de efecto invernadero por parte de los procesos de producción agrícola. Por ello, apuesta por la agricultura de proximidad que evite el transporte de alimentos a grandes distancias.

Al acto asistió también el embajador de España en Italia, el exministro Ricardo Dastis, y la subsecretaria de Agricultura y Alimentación, Mª Dolores Ocaña.