Hubo un tiempo en el que la Feria de Julio estaba más muerta que viva. Había caído en desuso, especialmente en las décadas en las que la segunda residencia fue vaciando paulatinamente la ciudad en el primer mes estival. Sin embargo, poco a poco fue recuperando el pulso. Se crearon pabellones en medio de la Alameda y después en espacios singulares como el Tinglado del Puerto o el Jardín de Ayora. Con el inicio del siglo el anterior equipo de gobierno fue incorporando nuevos festejos y con la llegada en 2015 del cambio de gobierno siguió creciendo en progresión aritmética. Ha sido, en estos últimos cuatro años (la feria de 2015 estaba ya preparada cuando llegó la nueva corporación), una de las grandes apuestas en materia festiva. Y aunque en alguna ocasión los partidos políticos se han peleado por la paternidad de éste o aquel festejo, lo cierto es que la Gran Fira ha finalizado por ser un programa muy potente, una alternativa para, en algún momento, pasar un rato divertido con el que cambiar el registro en un mes, por lo general, poco apacible para estar en la ciudad.

El ayuntamiento dio a conocer ayer las cifras de participación, que situó en 250.000 personas. El año pasado hablaban de unos números semejantes, aunque no dejan de ser cifras estimativas puesto que, salvo los Conciertos de Viveros, todo lo demás tiene una asistencia flexible, a "ojímetro". Sí que se quedaba el concejal de Cultura Festiva Pere Fuset, en términos de balance, con que «los actos populares, los pequeños, están creciendo mucho. Es la consolidación de un modelo en el que, aparte de actos importantes, masivos, también hay un esfuerzo por llegar a los barrios».

En esto tiene una especial importancia el Correfira, el camión que va trasladándose a diferentes plazas y barrios de la ciudad «que ha tenido éxitos de asistencia extraordinarios, como en la Malva-rosa, San Isidro o Benimàmet». Ayer se cifraba en siete mil las personas que asistieron a los espectáculos de magia, humor o música, una media de quinientas personas. «Desde el principio apostamos por la descentralización y es lo que más nos satisface dentro de la consolidación del modelo».

Nit a la Mar sin caos, pero...

Otra de las mejoras ha sido la Nit a la Mar, donde se calculó la presencia en 35.000 personas pero, lo más importante, es que no quedó ya la sensación de caos circulatorio al acabar el castillo piromusical. Precisamente, reconducir la negativa de Ricardo Caballer a seguir disparando es una de las asignaturas pendientes. Más allá de que otras empresas valencianas pueden disparar esta modalidad, la sensación de perder al mejor queda pendiente de gestionar.

Cabalgata y Correfoc

Fuset destacó también que «hay actos que van consolidándose, como la cabalgata inaugural, que pese a ser en domingo (no pudo ser en sábado por coincidir con el Día del Orgullo) tuvo una asistencia más que buena». En este sentido, lo que no acaba de ser un éxito como participación activa es la traca corrida, que sí que se ve, pero no se corre. Por contra, «ese mismo aumento lo estamos viendo en el Correfoc, que camina a su consolidación. Lo mismo que los lunes de folclore, que han funcionado muy bien o el concierto dedicado al Orgullo».

La Gran Fira de 2020 tendrá, tal como ya se apuntó ayer, un final complicado por la excepcionalidad del calendario. «Tenemos que debatir si la Batalla de Flores la hacemos el 26 de julio o el 2 de agosto. Una es muy pronto y otra es muy tarde». El día 2 ya es fecha en la que habrá empezado la salida de ciudadanos a lugares de veraneo. El 26 deja inhábiles cinco días.

Otra fórmula sería la de celebrarla, efectivamente, el domingo 26, pero no por ello considerarla como el final de la Fira y que, a posteriori, todavía queden actos (algún Correfira, algún concierto...) por celebrar, porque el público permanece en la ciudad y porque precisamente este año el programa oficial empieza a incluir actividades que tienen lugar en agosto, como el Jazz en los Barrios o la Filmoteca d'Estiu.

Dar «una vuelta» a la Batalla

«La Batalla de Flores merece que le demos una vuelta más» confesaba el edil. «Aunque es muy difícil. El coste es ya muy elevado y no tiene contrapartida de ingresos. Entre otras cosas, porque el precio por asistir, cinco euros por persona, es muy barato. El recorrido no se puede hacer más largo... podemos mirar el tema de que una parte del trazado tuviera grada, aunque eso encarecería nuevamente... también podemos mirar cómo hacer algo con la "Batalla Popular"». Este último es el resopón gratuito de la Batalla como tal y que el pasado domingo volvió a producirse, aprovechando la gran cantidad de flor que había. En cuanto se retiraron las carrozas, cientos de personas accedieron a la Alameda para hacer una versión floral de la Tomatina, lanzándose unos clavellones que aún estaban en un aceptable estado.