La cervecería Barcas 7, situada en la calle y número que le da nombre, reabrió ayer tras casi medio año de cierre causado por el derrumbe de un piso del mismo edificio. El incidente sucedió el pasado 15 de febrero. Unas reformas en la parte trasera de la planta baja del edificio, en las que habría cedido una columna y una viga, dieron paso al derrumbe de una columna y una viga, lo que finalmente desencadenó en la caída de parte del tercer piso. Según las investigaciones, las obras que originaron el mencionado hundimiento no tenían autorización municipal en el momento de los hechos.

Cuando se precipitó parte del techo de los pisos superiores, no hubo heridos, aunque sí afectados como los vecinos de la finca y los comercios adyacentes, que han visto interrumpida su actividad laboral durante casi seis meses. Los responsables de la cervecería aseguraron que el cierre del establecimiento durante este medio año ha supuesto para ellos «un gran golpe económico». Sin embargo, parece que todo vuelve a la normalidad para ellos y sus clientes habituales, muchos de los cuales acudieron a celebrar la reapertura.

A pesar de que el edificio fue declarado por el Ayuntamiento de València en «estado de ruina», durante estos seis meses se consiguió su estabilización y, por ello, el negocio, a partir de ayer, ya pudo volver a funcionar.

Más negocios afectados

Sin embargo, otro establecimiento de esta finca no ha sido tan afortunado. A pesar de no haber sufrido ningún daño, al igual que la cervecería Barcas 7, otro de los grandes afectados en esta situación es la papelería J. Sena Alós, especialistas en estilográficas en el Cap i casal desde 1917. Es otro negocio que también ha tenido que cerrar sus puertas durante seis meses y que todavía no ha podido abrir al público, de nuevo, su comercio.

Estructura apuntalada

Tras el derrumbe, el ayuntamiento apuntaló toda la estructura del inmueble con más de cien años de historia debido al peso de los escombros de la obra que se apilaban justo encima del negocio, situado en el bajo del edificio. Este peso hace completamente imposible el desarrollo de ningún tipo de actividad laboral hasta que se retire toda la estructura del local.

De momento este comercio no sabe con certeza cuándo podrá regresar a su actividad habitual: «La papelería llevaba 115 años en funcionamiento y esto ha conseguido que cerremos durante medio año», señaló uno de los responsables de la empresa de material de papelería, ofimática y mobiliario.

Por su parte los propietarios de las 12 viviendas que fueron desalojadas en el momento del siniestro no podrán regresar a sus hogares hasta que no se retiren los puntales que aún se mantienen y los propietarios de los inmuebles más dañados tendrán que esperar a que finalicen las obras que refuerzan la estructura.