Si así lo desean, las mujeres pueden tomar el sol en las piscinas municipales de la ciudad de València llevando únicamente la parte inferior del bañador. Una cuestión que resulta común en la playa, pero que no lo es tanto en las piscinas municipales. El Ayuntamiento de Barcelona, de hecho, rectificó ayer la normativa que prohibía a las mujeres descubrir su pecho en estos espacios, ganando el pulso, esta vez, el colectivo feminista de «Mugrons Lliures». Un nuevo paso que favorece el disfrute de la piscina en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres.

La situación en la capital del Túria, no obstante, es distinta. La normativa que regula el uso de las instalaciones municipales en las piscinas exteriores no especifica el tipo de traje de baño que deban llevar o no las mujeres. Únicamente veta la entrada a la piscina a aquellos que acudan «con ropa de calle».

La concejala de Deportes, Pilar Bernabé, reconoce que lo que sí hay regulado «es que para entrar al agua se debe llevar, por razones higiénicas, el traje de baño en todas aquellas partes del cuerpo que segreguen fluidos».

Así, lo que establece la normativa es que dentro del agua debe llevarse el traje de baño, pero no especifica si este puede ser de una pieza o dos, lo que puede derivar en la ejecución de la normativa conforme a la interpretación de los responsables de las distintas piscinas municipales que, aunque permiten tomar el sol en topless, podrían vetar el baño a aquellas mujeres que no lleven la parte de arriba del bañador en el agua. No obstante, la edila socialista al frente de Deportes asegura que las piscinas de València no han registrado ninguna expulsión o reclamación a este respecto.

«Libertad de la mujer»

Lo importante, reconoce la concejala, «es preservar la libertad de las mujeres que quieran tomar el sol en topless», explica Bernabé, quien asegura que si alguien «quiere estar en la zona de hamacas de la piscina sin la parte de arriba del bañador lo puede hacer y, de hecho, se realiza con normalidad», aunque, reconoce, «no es que se haga mucho». Y es que, pese a que es común que las mujeres practiquen topless en la costa valenciana, no lo es tanto en las piscinas municipales, donde el espacio es más reducido y el pezón de la mujer, a diferencia del hombre, continua siendo una parte del cuerpo extremadamente sexualizada y cosificada.

Una situación que se contrapone con lo que suponía quitarse la parte de arriba del bañador en los años 60, después de que Brigitte Bardot lo pusiera de moda en las playas de la Riviera. Por aquel entonces este hecho no era más que una iconografía del movimiento de liberación sexual de mujeres que querían evitar la marca del sol en su pecho.

Auge de la extrema derecha

No obstante, Amalia Alba, presidenta de la Federació de Dones Progressistes, sospecha que si la polémica sobre la prohibición de hacer topless en los espacios públicos ha vuelto a saltar la palestra lo ha hecho como resultado del auge de la extrema derecha en la sociedad actual y su entrada en las instituciones después de las pasadas elecciones. Un espectro político que pretende «enterrar las libertades que las mujeres hemos logrado en estos últimos años», denuncia Amalia Alba.

La misma derecha, reconoce la presidenta de la federación, que «nos dice que somos las mujeres las que provocamos a los hombres; en la calle con una minifalda o en la piscina sin la parte de arriba del bañador», considera la presidenta de la Federació, Amalia Alba, quien asegura que la permisión o no del topless en los espacios públicos, «que tiene que ver más bien con la libertad de elección individual de las personas», había sido, hasta ahora, un debate ya extinto.