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Calor

Un grado menos de temperatura en el Parc Central por el arbolado

La temperatura media registrada en agosto de 2017 era de 36,1 ºC, pero las 11 hectáreas de superficie verde rebajaron las mismas a los 34,9 ºC en 2018

La ola de calor invita a refrescarse en las fuentes del Parque Central

La ola de calor invita a refrescarse en las fuentes del Parque Central

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La ola de calor invita a refrescarse en las fuentes del Parque Central sandra urbina | valència

Los años de mandato del PP en València hicieron del naranjo el árbol predilecto de la ciudad, triplicando su número en las calles en apenas una década. Un árbol que, si bien es representativo de la cultura valenciana, no goza de la frondosidad de otras especies que podrían mitigar los efectos de la isla de calor en la ciudad de València, máxime cuando la capital del Túria no goza de grandes áreas verdes con las que hacer frente al cambio climático. Así, una de las acciones estratégicas que recoge el Plan de Acción para el Clima y la Energía (PACES) de València, firmado por el Govern de la Nau en 2017, fue incrementar la superficie de áreas verdes con árboles frondosos, con el objetivo de «mejorar la calidad de vida mediante la absorción de CO2 y la reducción de las temperaturas».

El Parc Central se inauguró con la pretensión de acrecentar estos refugios verdes frente a las altas temperaturas, otorgándole a la ciudad 23 hectáreas de arbolado. A finales de 2018 se inauguraron las primeras 11 hectáreas que, según el último estudio de «Urban Data» (una plataforma de información ambiental para ciudades más sostenibles y resilientes), ya permiten apreciar una reducción de la temperatura en más de un grado, concretamente 1,2 ºC. Según el informe, para conocer la variación de la temperatura superficial, se compararon imágenes del verano de 2017 (cuando la temperatura superficial media de la zona fue de 36,1 ºC) con las de agosto de 2018, cuando descendió a los 34,9 ºC. Una mejora notable, pese a que el arbolado del Parc Central aún no está en pleno desarrollo.

Son, a fin de cuentas, datos esperanzadores que podrían, a largo plazo, ayudar a combatir los efectos de la isla de calor en la ciudad, efecto que se da cuando las áreas urbanas tienen entre uno y tres grados más que en las áreas rurales cercanas y que afecta a la ciudad de València al aumentar la demanda de energía pico en verano, el coste por refrigeración, la contaminación del aire y las emisiones de gases de efecto invernadero, las enfermedades y la mortalidad relacionadas con el calor y la calidad del agua. Fenómeno acusado en los últimos años por el aumento de las temperaturas globales y que afectó al 40 % de la población de València en el mes de agosto de 2018 con un aumento de la demanda de refrigeración de un 45,6 % y de un 45, 6 % de las emisiones de CO2 en asociadas a ese aumento de refrigeración.

Proyección sobre Russafa

Esta mejora no solo se proyecta en la misma área del arbolado, sino que proyecta su influencia en las zonas limítrofes. Incluso a escala de barrio se aprecia que la actuación del Parc Central, incluida en el ámbito de Russafa, también ha tenido un efecto favorable para la reducción de temperaturas en el barrio. De hecho, en agosto de 2017 la temperatura superficial media de la zona fue de 35,7 ºC, mientras que en agosto de 2018 resultó de 35.1 ºC. Es decir, ya se aprecia una reducción de 0,6 ºC.

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