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Formas de viajar

La vuelta a España en patinete eléctrico

La argentina Guadalupe Araoz, conocida por 'Hasta pronto Catalina', recorre el país con solo cinco euros diarios

La vuelta a España en patinete eléctrico Provi Morillas

Si alguien le hubiera propuesto al personaje de Phileas Fogg dar la vuelta al mundo montado en patinete, probablemente le hubiera tildado de loco. Estamos hablando, claro está, de más de 140 años atrás y la tecnología ha dado un paso de gigante en los últimos años. Desde entonces, cuando los ferrocarriles con motor diesel exhibían el desarrollo humano, hasta ahora, los medios de transporte no han dejado de evolucionar.

Hace un mes y medio que la argentina Guadalupe Araoz, conocida en las redes sociales por «Hasta pronto Catalina», decidió subir en patinete eléctrico para dar la vuelta a España. La cercanía de la península ibérica «a su gran amor», Asia, fue lo que le hizo decantarse por esta ubicación. Guadalupe es conocida por sus viajes por América Latina, Asia y África en moto, pero ahora se ha decantado por el patinete eléctrico. Empezó su ruta en Cáceres el 15 de julio y desde entonces fue bajando hacia la costa andaluza. «He podido ver el cambio en la cultura de España trasladándome únicamente de pueblo, no tiene nada que ver la actitud de alguien de Cáceres, que son más serios, con la de alguien de Sevilla, Málaga o València, donde te hablan y sonríen con más facilidad», dice.

Entre carreteras secundarias y teniendo que parar cada 45 o 30 kilómetros, esta argentina llegó a València el pasado miércoles para pasar en la capital del Túria entre tres y cuatro días. La suerte ha querido que pueda quedarse en casa de una amiga durante su estancia en la ciudad, pues el reto que se marcó al iniciar su aventura era el de no gastar más de cinco euros al día y llevar únicamente sobre sus espaldas una mochila pequeña. Por difícil que parezca, lo ha logrado. En muchas ocasiones algunos de sus seguidores le ofrecían su casa para pasar la noche, otras veces dormía en alguna gasolinera de carretera. «Me metía dentro del saco con el patinete al lado, si no desdoblas la tienda de campaña no te pueden multar», asegura Guadalupe. ¿Y para la comida? Si bien es cierto que el patinete con el que viaja necesita al menos seis horas para la carga completa, «Hasta pronto Catalina» paraba en los bares de los pueblos que iba visitando para pedir un café y, al menos durante dos horas, poder cargar el patinete. En muchas ocasiones, tras mantener conversaciones con los lugareños («tengo que hablar con alguien, sino es muy aburrido», reconoce Guadalupe), los clientes del local (o incluso el mismo dueño o dueña de la cafetería) le invitaban a algo de comida. El resto de las comidas se las apañaba con sándwiches que ella misma preparaba durante el trayecto. Una ruta que se complicaba cada vez que tenía que enfrentarse a la subida de una cuesta. «Si era muy empinada, de repente la velocidad del patinete bajaba a 7 kilómetros por hora, pero entre andar con todo encima o ir lenta, prefería lo segundo», reconoce Guadalupe, quien asegura que una de las cosas que más le impactó fue la «extrema bajada de temperaturas» por la noche en pueblos donde el calor era tenaz durante el resto de la jornada. «Estas cosas no las vivimos en Argentina», señala asombrada.

Nuevos retos

Guadalupe Araoz asegura que le gustaría volver a España para hacer una nueva ruta, pero cambiando, de nuevo, de medio de transporte. Esta vez en kayak. Aunque en un principio su apuesta era bajar a la península desde Suiza («el acompañante con quien haría la ruta me dijo que estaba loca, que si lo que quería era matarnos», bromea Guadalupe), al final se ha decantado por atravesar el río Duero, aunque reconoce que aún tiene que pensarlo.

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