Las trece medidas que ha preparado el Ayuntamiento de València sobre el mosquito tigre son las «más ambiciosas que ha elaborado cualquier consistorio porque han tomado como referencia las diferentes ordenanzas de los municipios de Cataluña, pioneros en la materia, y las han mejorado», según explica a Levante-EMV Ricardo Acosta, biólogo de de la empresa especializada en control de plagas Lokímica -adjudicataria de la contrata municipal- en València.

En ese sentido, la nueva ordenanza, en la que ya trabajó la anterior concejala socialista Maite Girau, se aprobará en la próxima Junta de Gobierno de septiembre para «controlar cuanto antes la dispersión del insecto», explica el técnico. Lokímica, antes que aplicar las sanciones reguladoras por incumplimiento de la norma -que oscilan entre los 25 y los 3.000 euros-, tiene el objetivo de «informar y concienciar a los habitantes de la gravedad del problema».

Sobre la nueva regulación, Acosta aclara que uno de los puntos más relevantes es la colaboración junto al Colegio de Administradores de Fincas para analizar el estado «fértil» de los diferentes edificios de València y atajar la «multiplicación del mosquito tigre». Tanto desde el ayuntamiento como de Lokímica, han ajustado la nueva normativa a los problemas de València: «Por ejemplo, los embarcaderos de l'Albufera son auténticos criadores de esta especie invasora porque las barcas, después de una lluvia, mantienen el agua y no la filtran». Asimismo, otro de los puntos calientes según el experto son los cementerios: «Tienen una querencia brutal, por ello, en la nueva norma se aboga por la retirada del agua en los búcaros para sustituirla por arena mojada y esponjas húmedas».

Para el experto, el mosquito tigre es una de las especies invasoras más difíciles de controlar «porque se adaptan rápidamente a diferentes escenarios, tanto en agua salada como dulce». Es decir, estos insectos tienen la capacidad de reproducirse «en la poca agua que conserva un tapón de una botella», aclara.

Acosta también recuerda que el tipo de agua que más le gusta al mosquito tigre es «la estancada pero, sobre todo, la contaminada por aceite y gasóleo». Ricardo Acosta recuerda que se han encontrado estanques en un casa «sin controlar y, a pesar de los avisos detallados al particular, no han hecho ningún caso y a los quince días ha seguido todo igual», argumenta. «Las nuevas zonas residenciales de València, como Benicalap o Nou Campanar, es donde más trabajo vamos a tener porque existen patios interiores con macetas y piscinas que pueden criar con mayor facilidad», explica el biólogo de Lokímica. «El 80% de los dípteros se reproducen en la propiedad privada pero, hasta que no se apruebe la nueva normativa, no podemos exigir a un particular que limpien las larvas», finaliza.