La concejala de Ciudadanos en el Ayuntamiento de València Rocío Gil (València, 1991) confiesa a que ser Fallera Mayor de València fue un «privilegio», pero solo le dejó un fin de semana libre; que tiene casi tantos trajes de fallera como zapatos; que cocina de maravilla las berenjenas rellenas y que se perdería en la Basílica de la Virgen.

¿De dónde surge su amor por las Fallas?

De mi abuela paterna. Fue Fallera Mayor hace más de 50 años y se lo inculcó a sus hijos, y ellos a los suyos. Yo nací el 2 de marzo y esas Fallas ya fui a la Ofrenda.

Con esta tradición familiar, ¿era un sueño ser fallera mayor de València?

Toda fallera sueña con representar a sus fiestas y su ciudad, y yo no sabía que ese sueño se iba a cumplir. Fui primero fallera mayor de la plaza de la Merced y después tuve la suerte de representar a todos los valencianos como su máxima embajadora.

¿De dónde viene su vocación por el Derecho?

Un tío mío es abogado y de pequeña iba al despacho a pasar las tardes, lo que despertó mi vocación. Estudié Derecho y luego hice un máster de Derecho y Gestión en el Transporte y otro en Abogacía. Ahora no ejerzo, pero estoy colegiada.

¿Su mejor experiencia como estudiante?

Viví un año en el norte de Italia, en Módena, el último curso de carrera, y fue muy enriquecedor, porque conoces a gente de todo el mundo. Hice relaciones que a día de hoy mantengo. Viajé por toda Europa y todos los años hacemos un viaje de verano y uno de invierno, y cada vez vamos a un sitio a visitarnos. Tengo amigos por toda Europa.

¿Cómo fue su agenda el año de fallera mayor?

Tuve un único fin de semana libre ese año. Siempre digo que una fallera mayor de València tiene que estar enamorada de las Fallas porque le dedica todo su tiempo. El tiempo familiar, el de juego, el de amigas, no existe. Pero, a la vez, dedicar un año de tu vida a representar a tu ciudad es un privilegio.

En su armario hay más trajes de fallera que...

Soy amante de los zapatos y tengo casi tantos trajes de fallera como zapatos. En mi familia tenemos acumulación de trajes, y de fallera tendré unos veinte. El año de fallera mayor de València los tuve en el pasillo como podía.

¿La llegada a la política era algo que tenía en mente o un «pensat i fet»?

Fue «pensat i fet». Me gusta la política desde hace muchos años y me afilié a Ciudadanos hace 4 o 5 por simpatía con el partido porque escuché un día en la tele a Albert Rivera y a Inés Arrimadas y pensé que esas ideas me representaban. Posteriormente, me llega esta posibilidad y al principio dudé porque tenía mi vida, mi carrera, mis estudios y mi trabajo planteados. Pero cuando fui fallera mayor me di cuenta de que solo se pueden cambiar las cosas desde dentro y pensé que valía la pena trabajar por y para los valencianos.

¿Qué le impone más: una intervención en el pleno del ayuntamiento o hablar a miles de personas en la Crida?

La intervención en el pleno, porque nunca me la había planteado en la vida. Subir a las Torres de Serranos y decirle a los valencianos «ja estem en Falles» es un sueño que siempre había tenido.

Como amante de la naturaleza y de los ríos, ¿algún sitio que tenga pendiente de visitar?

Veraneo entre Segorbe y Altura, y allí está el río Palancia y una cascada muy bonita que se llama «El salto de la Novia», un sitio espectacular. Además, todos los años voy a la Ruta de las aguas de Chelva. A corto plazo, por la zona de Tuéjar hay un montón de rutas de agua que de este verano no pasa que las haga.

¿Un lugar para perderse?

Para desconectar, mi casa del pueblo, Altura. Me transmite tranquilidad y un ambiente familiar. Pero si me pierdo un ratito, me encontrarían escondida en la Basílica de la Virgen, porque soy muy devota.

¿Qué plato cocina para chuparse los dedos?

Me gusta comer de caliente lo que me hacen en casa. Como hice la carrera en Castellón, era o aprender yo o nadie me la iba a hacer. Ahí salió mi vocación por la cocina y aprendí a hacer lentejas, arroz al horno e incluso paella. Pero lo que mejor hago son las berenjenas rellenas.