«No puedo ir de mi casa al trabajo con tranquilidad porque, por ejemplo, el sábado pasado a las siete de la mañana me encontré con una joven a la que habían atracado y a la que la policía no vino a tomar declaración», explicó ayer una encargada de un restaurante de enfrente de la Basílica de la Mare de Déu dels Desemparats a Levante-EMV que prefirió ocultar su identidad por miedo a futuras represalias.

La trabajadora empieza su jornada laboral a las siete de la mañana de lunes a sábado, una hora antes de abrir la persiana de su local al público: «La plaza da asco en ese intervalo de tiempo hasta que la limpian porque hay vasos y botellas por el suelo y personas bebidas que quieren beber más y comprar tabaco a los que si no hacemos caso, se ponen agresivos», expuso. «Cuando entro en el restaurante no tengo miedo porque me encierro y si me increpan mucho cojo el teléfono y llamo a la policía. Tenemos cámaras que registran todo lo que ocurre y, de alguna forma, estamos a salvo aquí dentro», finalizó su testimonio la encargada, un tanto contrariada con la situación que vive uno de los escenarios que la capital valenciana proyecta al mundo por el triángulo histórico que supone el Palau de la Generalitat Valenciana en la calle de Cavallers, la Basílica de la Verge del Desemparats y la Catedral junto al Micalet.

«No se puede vivir»

Una vecina que reside en el número 4 de la Plaza de la Virgen, justo enfrente del templo, declaró que, en el momento en que cierran los negocios a las diez de la noche «no se puede vivir». La residente también afirmó que tiene el piso en venta a pesar de emprender medidas para mejorar su calidad de vida como la insonorización del inmueble: «Por las noches hay un vandalismo fuera de lo normal potenciado por la gente que sale de fiesta y no me atrevo a pasear el perro porque tengo miedo». Una de las soluciones que planteó fue la «presencia policial durante la noche porque, de momento, no contamos con ella y la plaza tiene gente tanto por el día como por la noche y no queremos que los botellones y las drogas vayan a más».

Precisamente, ayer a primera hora de la mañana dos turistas franceses se subieron a la fuente del escultor Silvestre de Edeta que representa el río Turia y las ocho acequias de la capital para sofocar el calor con ropa interior, un acto delictivo penado con una sanción de hasta 300 euros. De hecho, es frecuente ver a los turistas bañarse en los días de altas temperaturas a pesar de que València es de las pocas capitales europeas que multa estas acciones. El librero de París Valencia, en la calle Navellos, aseguró que los vio «borrachos dentro de la fuente del Río Turia pero que rápidamente el servicio policial les llamó la atención». Sin embargo, el impresor valenciano, que abre a las diez de la mañana, manifestó que no ha tenido ningún problema con la situación : «Creo que la gente utiliza la Plaza de la Virgen para pasear con calma y la presencia policial es estricta porque van armados».

Unos metros después de la librería está situado el Horno De Los Borrachos, un local que abre a todas horas. Su encargada explicó que los vecinos de la plaza se quejan mucho pero «a nosotros nos afecta de una manera positiva porque los clientes que tenemos es gente joven que sale de fiesta».

Cada madrugada, el servicio municipal de limpieza se encuentra con gente dormida sobre los escalones de la Basílica y recogen más de veinte bolsas de basura llenas de botellas de alcohol y botellines, un problema al que le urge una solución en el corazón de la ciudad.