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Debate vecinal

Asociacionismo que crea barrio

Los miembros de siete entidades vecinales debaten sobre las nuevas formas de movimiento ciudadano

Los miembros de siete entidades vecinales, veteranas y emergentes, frente al ayuntamiento. germán caballero

La expulsión del vecindario de sus barrios es una constante. La turistificación ha inundado las calles de la ciudad y actualmente son 11.138 los apartamentos turísticos que han suscitado la gentrificación de una ciudad en la que la subida del alquiler no cesa. Al mismo tiempo, los requisitos para acceder al arrendamiento son inasumibles para una población en la que el 25 % se encuentra en riesgo de pobreza o supera mínimamente el salario mínimo. Son los barrios de Ciutat Vella, l'Eixample y de Poblats Marítims aquellos que más padecen la expulsión de sus vecinas y vecinos en pro de la captación de turistas.

Gran parte se vio obligada a desplazarse a otros barrios de la ciudad, como la Saïdia y Orriols, por imponer los arrendatarios un precio superior al que podrían asumir sus inquilinos. De hecho, en solo un año la oficina de Infohabitatge atendió a unas 600 familias en procedimiento de desahucio, de las cuales el 95 % son por okupación o imposibilidad del pago del alquiler. Unas cifras que, si bien no sitúan a València al mismo nivel de Madrid o Barcelona en cuanto a gentrificación, crean alarma en los barrios de la ciudad. Esta cuestión, pese a afectar cada vez a un mayor número de barrios, no se encontraba entre las prioridades de las asociaciones vecinales más veteranas, centradas en la gestión de los problemas cotidianos de sus calles, como la limpieza, los índices de criminalidad (los cuales crecieron un 9,2 % en el último año) o el menudeo de droga que acaban por deteriorar la imagen de un barrio y debilitan la convivencia entre unos y otros. Así, emergieron, para suplir ciertas carencias en la lucha vecinal, nuevas plataformas y asambleas vecinales con el fin último de incluir entre sus prioridades el inviolable derecho a la vivienda.

Levante-EMV reúne a distintos miembros de estas asambleas emergentes (Cabanyal, Benimaclet, Orriols y Saïdia) con los portavoces de las asociaciones vecinales más veteranas de la ciudad (Patraix, Malva-rosa y Benimaclet) en torno a las mesas de un bar anodino donde departir el desarrollo de modelo de asociacionismo en los últimos años y debatir sobre si las sinergias entre unas y otras es posible.

Agustín Abarca, portavoz de la Asociación de Vecinos y Vecinas y Amics i Amigues de la Malva, es defensor de este modelo. De hecho, la asociación actual nace de la fusión entre la veterana de 1978 y la «emergente» de hace menos de 16 años. Para él no es incompatible la inclusión de los tradicionales con la visión más «abierta y cooperante» de movimientos sociales como el ecologismo o el feminismo para «trabajar en las nuevas realidades» en pro de una mejora de la calidad de vida del vecindario.

Alejandra Roncero, integrante de la Saïdia Comuna, denota un cambio en la organización entre unas entidades y otras. «Creo que en el caso de las veteranas tenéis una forma de organización mucho más institucional, mientras que nosotras contamos con herramientas más horizontales e independientes de la administración», plantea Alejandra, aunque reconoce como «complementarias» las diferentes reivindicaciones planteadas que, al fin y al cabo, representan el modelo de convivencia del vecindario.

Este modelo de sinergias que se plantea, sin embargo, no ocurrió en el Cabanyal. Si bien Guillem Beltrán, miembro de Espai Veïnal Cabanyal, reconoce que la lucha contra la prolongación de la avenida Blasco Ibáñez que destruiría más de mil hogares en el barrio fue una lucha común, una vez disipado el fantasma del proyecto urbanístico de la exalcaldesa Rita Barberá, las reivindicaciones no han vuelto a lograr un modelo en común de lucha entre asamblea y asociación vecinal. «Tenemos un planteamiento distinto de barrio que ha tenido sus idas y venidas», reconoce Guillem. Mientras la Asociación de Vecinos del Cabanyal pone el foco en la degradación del barrio, Espai Veïnal tiene claro cuál es el modelo de barrio que se exige desde las bases: aquel donde el derecho a la vivienda deje de estar en manos de la especulación inmobiliaria de fondos buitres como Divarian o Cerberus. Temas que, señala, se han puesto en varias ocasiones sobre la mesa de las asambleas vecinales, pero que no han sido recogidas por la asociación vecinal, pese a ser el Cabanyal uno de los barrios de València que concentra un mayor número de pisos turísticos (891, según Datahippo) y de expulsión de su vecindario, asumida como «una vergüenza personal», reconoce Guillem, quien asegura que «en estos tiempos líquidos es necesario organizarse de forma barrial».

Un planteamiento que comparte el portavoz de la Asociación de Vecinos de Patraix Toni Pla, quien reconoce como «imprescindible el fomento de los tejidos sociales» de las asociaciones vecinales, un «movimiento ciudadano que se mantiene en el tiempo gobierne quien gobierne» y el «único capaz de parar a la extrema derecha» y al individualismo de sociedades «no articuladas».

Estas sinergias son, en opinión de Neus Berenguer de Orriols en Bloc, «imprescindibles», porque «al final los barrios no los hacen solo las personas de 20 o 30 años, los hacemos todos». Neus, de hecho, reconoce como necesaria la diferencia en sus reivindicaciones. «Nosotras queremos centrarnos en la problemática de los desahucios, porque también tenemos en cuenta que hay otras asociaciones vecinales que se encargan de los problemas cotidianos de los barrios. Si tenemos paciencia todas las entidades, puede que la complementación (y permitiendo la autonomía de unas y otras) sea muy enriquecedora para la ciudadanía».

No obstante, Toni reconoce la falta de relevo generacional en las asociaciones vecinales. «La mayoría están formadas por personas mayores que tienen cubiertas las necesidades de vivienda y empleo que sí sufre la juventud en València», reconoce Toni, aunque recuerda que las asociaciones vecinales fueron aquellas que «cubrieron las necesidades de los vecinos y vecinas en período de crisis económica, cuando no lo hacía la administración».

El asociacionismo no caduca

Pese a que desde hace más de dos décadas se lleva pronosticando el fin de las asociaciones de vecinos y vecinas, sus portavoces continúan organizados, si bien Paco Guardeño considera que «sin una cantera regenerada, las asociaciones de vecinos tenderán a la desaparición». Paco es uno de los portavoces de la Asociación de Vecinos de Benimaclet, entidad que nació de «algo tan simple como reivindicar la instalación de un semáforo en el barrio», pero que simplemente por ello tuvieron que enfrentarse «a los grises». Y es que estas asociaciones, pese a no estar reconocidas en la Constitución Española, nacieron en el franquismo tardío, el cual no había otra cosa a la que más temiese que al asociacionismo. «Las asociaciones vecinales fueron, y siguen siendo, escuelas democráticas que siempre han estado compuestas por personas de distintos estratos sociales que conviven en el desarrollo de la calidad de vida del vecindario», reconoce Paco.

«Al final, el objetivo es hacer el bien por la gente del barrio», reconoce Carlos Marcos, de Cuidem Benimaclet, quien, por otra parte, advierte diferencias entre la asociación de Paco y la plataforma de Cuidem en el trato que se ha hecho en la lucha contra el PAI de Benimaclet. «O las entidades emergentes no hemos sabido aceptar los modelos de asociacionismo de las veteranas, o estas no han querido adaptarse a nosotros», plantea Carlos (y corrobora Paco), si bien es cierto que ambas entidades comparten un sentimiento de rechazo ante el plan urbanístico y la consecuente amenaza que supone para la huerta, así como una carencia en la dotación pública para quienes continúan viviendo en el barrio.

Descansa publica un modelo para denunciar pisos ilegales

Ante el problema creciente del aumento de pisos turísticos en alquiler que no cumplirían con la normativa vigente en València, la plataforma Russafa Descansa ha publicado en su página de Facebook un modelo de denuncia para presentarlo en el ayuntamiento. Este iría encabezado por el nombre y apellidos del reclamante a lo que seguiría un expone: «Que la vivienda de la calle .......... piso .... puerta.... de València se viene comercializando como vivienda turística. Que esta vivienda, situada en un edificio residencial, requiere del correspondiente cambio municipal de uso urbanístico (de residencial plurifamiliar a terciario hotelero) y de la comunicación ambiental o declaración responsable de actividad, con las que no cuenta». Tras indicar que se añada el número VT, en caso de que la vivienda esté inscrita en el registro autonómico de viviendas turísticas de la Generalitat Valenciana, se añade que se determine la altura en la que se encuentra (si es por encima de la planta baja o primer piso incumpliría el PGOU vigente». Tras ello se solicitaría que «se proceda a inspeccionar y comprobar lo denunciado, a la apertura del correspondiente expediente y al cese de la actividad de alojamiento turístico de corta estancia y se inicie expediente sancionador pertinente».

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