Prohibir el baño en verano parece una paradoja al más puro estilo G. K. Chesterton -escritor inglés con el sobrenombre del Príncipe de la Paradoja- pero es la medida que ha decretado el Ayuntamiento de València en alguna de las playas del «cap i casal» 65 veces en 20 días. Es decir, que la capital valenciana ha cerrado alguna de sus playas uno de cada cuatro días este verano y ha triplicado el número de veces que se enarboló la bandera roja respecto a 2018, un año que se levantó solo 7 días con 18 incidencias.

En ese sentido, la principal razón para que los socorristas alzaran la bandera roja los días de sol en las playas de València este 2019 ha sido la contaminación del mar a causa del vertido de aguas residuales con niveles elevados de infección microbiológica como la E.coli, un germen que produce graves daños estomacales a los bañistas.

Según fuentes de la Cruz Roja de València, organismo que supervisa 59 playas valencianas con un dispositivo de más de 400 personas, en junio hubo 10 playas cerradas durante 5 días; en julio, 26 inhabilitadas en 7 días; y, en lo que llevamos de agosto, ha habido 29 playas clausuradas en 8 días. Entre el litoral valenciano afectado se encuentran las costas de la Malva-rosa, Pinedo, Devesa, Perellonet, Garrofera, Cabanyal, El Saler o Arbre del Gos. De todas ellas, la más perjudicada ha sido la del Perellonet con el cierre de hasta seis días en agosto y tres en julio. Sin embargo, la bandera azul que otorga excelencia a la calidad de las aguas de baño según la Directiva de Tratamiento de Aguas Residuales Urbanas también seguía levantada en todas ellas.

Por otro lado, en 2018, donde hubo cinco días consecutivos de bandera verde en junio y seis en julio, el más afectado también fue agosto porque un total de 12 playas sufrieron la restricción al baño durante 4 días. En julio hubo dos días de bandera roja y, en junio, solo uno.

Con estos datos, el presidente de la Federación Empresarial de Hostelería de València (FEHV), Manuel Espinar, aseguró que el cierre de las playas no afecta de manera positiva, aunque «hay dos tipos de banderas rojas que debemos diferenciar». «El oleaje y el empeoramiento del estado del mar con las fuertes corrientes afectan de igual manera a todo el litoral porque es la voluntad de la propia naturaleza, pero el vertido de las aguas fecales no», apuntó Espinar. Asimismo, el presidente de la FEHV explicó que «hay muchos kilómetros de litoral afectado, pero las zonas más dañadas por las aguas fecales han reducido más de un 50% su facturación entre los meses de junio y julio».

Asimismo, Manuel Espinar, cuya federación tiene 1.500 empresas asociadas en toda la provincia de València, explicó que hay un daño mayor al económico: «El deterioro intangible que ha sufrido la marca València por el vertido de aguas fecales es incalculable, porque ahora el turista tiene inseguridad de venir a nuestras playas». En ese sentido, también afirmó que «no se puede entender en el siglo XXI cómo hay alquerías y barracas que no tienen una red de saneamiento adecuada y abogamos por que el ayuntamiento les ponga solución»