Belén Suesta, camarera e hija de la propietaria del Restaurante Abi de Pinedo, trata de organizar el salón del restaurante «para poner el mayor número de mesas junto a la ventana, para que se vea que estamos junto a la playa». Fuera, de momento, ya no van a poder montar más. Y cree que eso será un golpe muy duro: «Se va a quedar triste y sola la playa, porque las terrazas daban mucha vida y sin terrazas esto se muere».

Belén explica que la retirada de mesas y sillas «representa mucho para estos negocios, porque en el tema laboral se va mucha gente a la calle; y por los clientes, que ya no van a poder disfrutar de este espacio especial ni un día laboral, ni fin de semana. Ten en cuenta que las montábamos todo el año a excepción de cuando llovía. La gente quiere terraza y sol en invierno también», añade. La mitad de los 12 empleados podrían quedarse sin trabajo, lamenta. «Yo tengo esperanza de que el año que viene, aunque sea en verano, nos den el permiso».