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Tradiciones

Diez años de pleitesía a la Senyera

Sin la pasión de las primeras ediciones, tras haberse quemado la novedad, la "senyera" no falta a su cita con ciudadanos y visitantes en el Salón de Cristal Una espectacular "dansà" completa de forma brillante los actos de "vespra" en la plaza

Llevándose un recuerdo digital del emblema valenciano. m. d.

«Los primeros años sí que fue un escándalo. Había colas hasta la calle». Y el archivo fotográfico está ahí para recordarlo. Tal día como ayer, hace diez años, comenzó el acto de exhibición de la senyera en el Salón de Cristal. La de ayer fue, pues, la décima edición y, con el paso del tiempo, el emblema de los valencianos ya no causa el mismo entusiasmo. Se quemó la novedad, que no dejaba de ser paradójica: la «senyera» no permanece escondida a lo largo del año. Cualquiera puede verla en el museo de historia de la ciudad, apenas a diez metros del salón noble de la Casa de la Vila. Pero verlo en ese espacio, flanqueado por la policía municipal de gala, sin cristales por medio, era más llamativo y pasional. Más o menos, como el Besamanos de la Virgen. Por lo que fue un verdadero fenómeno social. Rita Barberá se apuntó un tanto con la idea, que sigue celebrándose en la actualidad y que ha llegado para quedarse.

Ahora ya es un festejo consolidado y por eso, durante la jornada de ayer entraron 2.857 personas, que sin aquellos entusiasmos primigenios, no está mal.

La exhibición tiene un problema: para el gran público -turistas y grupos organizados- no hay explicación. De hecho, se asoman al salón y les llama más la atención las arañas y los frescos del techo. Sólo al final se percatan de que hay una bandera. Aunque sin explicación. Quizá se echa de menos un pie que expliqué el porqué de tanto formalismo. Lo hacían, de vez en cuando, los funcionarios municipales y ayer por la tarde lo tenían que hacer ediles del PP, que hacían ocasionalmente de «explicadores» para completar el turno que les toca este año con la designación de María José Català como portadora.

«Tiene cientos de años»

Y la explicación no viene mal del todo teniendo en cuenta que también entre algunos ciudadanos autóctonos continúa la confusión: «es que tiene muchos cientos de años». La verdad es que no: noventa y pocos. Pero si uno se acerca a contemplarla en detalle aprecia, cierto es, los agujeros en la tela, consecuencia acumulada del «tute» que supone sacarla en procesión.

Pero también con bastantes los que acuden ex profeso. Y la «senyera» se convierte en motivo de fotografía o selfi. A pesar de que, por su disposición, queda muy adelgazada en el paisaje del salón. Pero el público se acercaba y la disfrutaba.

Volviendo a María José Català, llevar la senyera no es cualquier cosa y ya se ha dado cuenta tanto en el ensayo como en el corto trecho de ayer. Son 18 kilos y traicioneros, porque gran parte del peso se concentra arriba, en el yelmo de metal. Por lo que hay que llevarla con firmeza y evitar que la ley de la gravedad provoque un disgusto, porque, como bien se sabe, la «senyera» ni puede ni debe inclinarse. Los ediles de los diferentes grupos van turnándose para llevar las borlas -salvo una, que es prerrogativa del secretario del ayuntamiento-, pero Català anunció que, cuando si alcanza la alcaldía, Lo Rat Penat también tendrá derecho a una y, por supuesto, «la senyera volverá a entrar en la Catedral para el Te Deum. Mañana ella sí que acudirá y, sin entretenerse por el camino, estará a la hora prevista para iniciar la procesión.

Ajenos a esto, ciudadanos y visitantes apuraron hasta última hora la visita a la tricolor, que por la tarde estuvo amenizada por el «cant de la senyera» y, como remate, una espectacular «dansà» popular (250 parejas en la plaza), que son las aportaciones de Cultura Festiva para enriquecer la particular «vespra» del día grande de todos los valencianos.

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