El Butoni, la Bruixa, la Casa de Donyets, el Gegant, el Gat Negre, la Tarasca... no hace falta cruzar el charco para encontrar y asimilar la decoración de calabazas con motivo de la Nit d'Ànimes y hacerlo con el bestiario terrorífico valenciano. Algo que, combinado con la degustación del producto para todos los públicos, propició que la plaza de Luis Cano de Benimàmet acogiera ayer un aperitivo de la fiesta de Todos los Santos, a la vez que se promocionaba el producto de proximidad. Cientos de personas, especialmente el público juvenil, acudió a una cita en la que los niños de los centros educativos demostraron que la cucurbitácea puede ponerse al servicio de la imaginación. Formaba parte de la Festa de la Carabassa, organizada por diferentes entidades cívicas y que incluyó, además de la exposición y la merienda popular, un cuentacuentos sobre los monstruos valencianos. Esos que tratan de buscar su sitio entre los estereotipos de importación, que incluyen tanto a los personajes clásicos de la literatura de terror como a los pujantes personajes del Día de los Muertos de México, ideal para los disfraces.

Lluis Santana, de la Associació Cantarranes, uno de los organizadores. «Forma parte de una campaña que se hace entre Campanar y Benimàmet para proteger la huerta. Conectamos a los productores de proximidad con los comercios de la contornada». Combinado con la tradición. «Nos ha venido venido muy bien porque Halloween está muy de moda, sí, pero en València también se decoraban para espantar el miedo». No es sólo yanqui. «Es una tradición de origen europeo, que también se hacía aquí. Pero lo queremos vincular al consumo». ¿Convencer al niño de que consuma calabaza? «Si, es difícil, pero cuando se prueba, las cosas cambian. Es un dulce muy agradable».