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Los artistas pactan que las fallas midan entre 14 y 4,5 metros de altura

La medida unilateral la aplicarán a partir de 2021 y está condicionada a la sección en que se milite

Fallas de 2019: Almirante Cadarso (a partir de 2021, 14 metros máximo de alto), Mosen Josep Cuenca (6 metros máximo) y Pintor Domingo (4,5 metros). m. d.

El Gremio de Artistas Falleros dio a conocer ayer los baremos aprobados por consenso entre los colectivos profesionales federados (artistas de València, Burriana y Alicante) y refrendados en su asamblea extraordinaria para limitar el volumen de las fallas, una medida de autorregulación, aplicable a partir de 2021, que consideran como un primer irrenunciable para que el oficio sea rentable.

Se trata de una continuidad de las normas que establecieron la pasada primavera los artistas de las comisiones de Sección Especial y Primera A, en esa ocasión con el conocimiento de las federaciones de comisiones de una y otra categoría.

Sobre el papel, no se trata de una «propuesta», sino de lo más parecido a una medida sindical, una especie de «enterado» a todos los efectos. Es decir, una forma de decirle a los clientes, las comisiones de falla, que sus asociados ofrecerán, como cantidad -que no como calidad- determinadas dimensiones máximas de falla. Dicho de otra forma, es una medida unilateral, en tanto que no consensuada, y que tampoco precisa de aprobación alguna de la asamblea de presidentes: está planteada como un «listado de precios».

Una forma de autocontrol

La medida la consideran los artistas como una forma de autocontrol. Son conscientes de que la práctica profesional, en estos momentos, es ruinosa. Y no ya por la dotación económica que facilitan las comisiones, sino por la propia falta de mesura de los artistas. Éstos fueron haciendo crecer los volúmenes de las fallas coincidiendo con dos acontecimientos: la prosperidad económica de primeros de siglo y la aparición de nueva tecnología y nuevos materiales que han propiciado el aumento de volúmenes. Con la llegada de la crisis económica y el aumento de precio de las materias primas, los artistas consideran que, en estos momentos, la profesión es inviable, como lo demuestra el constante cierre de talleres, incluyendo artistas de renombre en la historia de la fiesta.

No forma parte del concurso

Sobre el papel, las comisiones no tienen mucha capacidad de opinión ni presión, al tratarse de una medida de proveedores. Dicho de otra forma, la participación de los entes falleros (federaciones, Interagrupación...), más allá de aconsejable, habría tenido que ser obligatoria en el caso de que estas medidas fueran de aplicación en el concurso de fallas, para lo que sí que hace falta, como es natural, el visto bueno de la asamblea de presidentes. Pero ahora mismo, el baremo no es más que un listado de correlaciones entre dinero y trabajo, como se produce en tantos otros oficios.

Otra opción por parte de los pagadores, las comisiones, sería la de no contratar artistas agremiados, aún con el riesgo de seguridad profesional que esto significa. O, directamente, esperar que la postura, ahora unitaria, no sea después seguida por todos los artistas. La Interagrupación tratará el tema en su próxima reunión para consensuar una opinión al respecto.

¿Hasta donde «empequeñece»?

En cualquier caso, falta por ver, en la práctica, hasta qué punto estas medidas reducirán el aspecto de lo que se planta en las calles y plazas. Fuentes del colectivo profesional aseguran que la limitación de alturas y volúmenes no cambiaría sustancialmente el tamaño de las fallas actuales.

Lo que sí que cercenaría esta medida la creatividad de propuestas singulares de fallas «en vertical», con ejemplos en las pasadas fiestas de fallas como Ripalda-Sogueros o Tarongers-Politècnic. En general, los profesionales han sostenido que la medida es tan sólo el principio de otras que sirvan para garantizar la continuidad del oficio.

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