Los insuficientes aportes hídricos y el exceso de sedimentos depositados en el fondo son los principales culpables de que el futuro del lago de l'Albufera esté seriamente comprometido. Hay quien como Herminio Boira incluso le pone fecha de caducidad. «En cincuenta años en vez de laguna habrá una pradera y en cien un Bioparc o un parque natural con jardines», sostenía ayer. «Era un paraíso que con el tiempo desaparecerá y no se ha hecho nada por mantenerlo», señalaba sin ambages el catedrático de botánica de la Universitat Politècnica de València. «No hay solución a la colmatación del lago de l'Albufera que no sea dragar», remarcaba en la misma línea el profesor Luis Blanch. Una opción que históricamente vuelve a plantearse y que choca con los más de 300 millones que se estima podría suponer la operación de limpieza. Algo «inviable» según Sergi Campillo, vicealcalde de València.

Blanch, al frente del departamento de Ingeniería Cartográfica Geodesia y Fotogrametría de la UPV que está midiendo el nivel y composición de los fondos de la laguna, advertía de que este primer estudio encargado por la conselleria deberá completarse con sondeos mecánicos en diez o doce puntos. A la ausencia de datos y la falta de homogeneización, se suman dudas como discernir qué volumen de sedimentos habría que retirar y si fueran tóxicos qué hacer finalmente con ellos. También cómo afectaría esa retirada de fangos a la salinidad, cada vez mayor, o la contaminación que liberarían los metales pesados. De ahí que la batimetria y la estratigrafía hayan de resultar lo más precisas posibles, según Blanch.

Sedimentos en l'Albufera de València, 4 mm al año

En ese punto, echaba la vista atrás para señalar que los estudios de hace quince años situaban en 4 milímetros el nivel de aterramiento anual en la laguna de l'Albufera, estimación que podría haber variado. En cualquier caso tiene claro que cada vez «se depositan más sedimentos». «Pero si finalmente se apuesta por dragar hasta dónde queremos hacerlo», se preguntaba Blanch.

La suya fue una de las voces autorizadas que se escucharon en el marco de la II Jornada sobre los problemas y el futuro del humedal valenciano desarrollada en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y del Medio Natural. La ausencia de un mapa con una previsión de inundaciones en caso de que l'Albufera subiera 30 centímetros y que no permite discernir a qué poblaciones o arrozales llegaría el agua también se planteó. «Son datos de los que no disponemos», exponía al público presente en la sala.

El aterramiento no cesa

Blanch descartaba la posibilidad de abrir las compuertas para arrastrar consigo los lodos, ya que también se reduciría la lámina de agua. «Si no cambia la situación de emergencia ambiental por sí mismos no van a salir», alertaba y defendía que hoy en día existe tecnología puntera para llevar a cabo la operación de forma segura. La última medición completa la llevó a cabo la Confederación Hidrográfica del Júcar en 2003. Aunque los datos hablan de una profundidad media de un metro, en zonas próximas al barranco del Poyo es mucho menor. El aterramiento no cesa, pero a un ritmo menor de lo previsto pues algunos estudios preveían la colmatación del lago para 2012, según los técnicos.

Por su parte, Boira, experto en sistemas agroforestales, insistía en que el lago «tiene los años contados por estar al lado de València». «Hace cincuenta años la vegetación era una maravilla y dicen que se está recuperando, pero no es verdad», enfatizaba. «Me valen muestreos de diez puntos, no me vale un punto solo», recalcaba, para llegar a calificar el panorama de «dramático y drástico». En su disertación apuntaba que la laguna tiene unas condiciones de vida «muy limitadas porque la naturaleza lo que quiere es que donde haya sustrato de agua o tierra debe aparecer un bosque, que aquí sería de olmos», pero que es la mano del hombre la que está acelerando esa desaparición.

En una visión menos alarmista Miguel Jover, catedrático de Acuicultura de la UPV, le respondía: «Si los valencianos quieren, l'Albufera tiene solución, si no quieren no la habrá». Jover, también profesor de la UPV, desarrolló una ponencia sobre los peces, «los grandes olvidados del lago» en su opinión. «De las veinte especies que había quedan nueve», señalaba, para espetar: «Si no hay circulación de agua, los peces no pueden salir. El dragado de los canales es fundamental, el resto se puede discutir, pero dragar algunos puntos es necesario, así como limitar las especies exóticas en la medida de lo posible», reiteraba.

Agua en cantidad y de calidad

La falta de agua se erigió ayer como elemento de consenso y como el asunto «más grave» porque el «alarmante descenso de los caudales» - de más de 500 Hm3 en los años 70 y apenas 200 en la actualidad- y la baja calidad impiden la recuperación de la laguna. De ahí la desaparición de la vegetación sumergida, sustituida por una proliferación de algas cianofíceas - la famosa sopa verde- y con ello la descomposición de la pirámide trófica, provocando una drástica reducción de las especies acuáticas y de la diversidad de las poblaciones de aves .

Los arroceros se reivindican

Sergio Navarro, representante de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA), aprovechaba el foro para realizar una encendida defensa del papel de los arroceros en el complejo equilibrio del parque natural. «El mayor filtro verde en l'Albufera es el cultivo del arroz», manifestaba. «Somos un almacén de aguas torrenciales en caso de temporal, hacemos un efecto depuradora y de mejora del agua», explicaba. Acto seguido enumeraba las limitaciones que implica para los productores estar en un enclave protegido. «En el Delta del Ebro y en Sevilla no tienen tantas trabas», lanzaba, para reclamar mayores ayudas que contrarresten el hecho de no poder usar por ejemplo herbicidas.

En sintonía con lo expresado por Navarro, José Luis Matoses, de la junta de Desagües de l'Albufera, aseguraba: «Nosotros no tenemos la culpa de la colmatación de l'Albufera, nos han humillado con denuncias ante la Fiscalía para que no gestionemos las compuertas». Es de los que sostiene que dragar es «impensable». Mario Giménez, delegado de SEO/Birdlife en la Comunitat Valenciana, incidía en que el agua es «fundamental» para la biodiversidad de un paraje que «a pesar de estar mal conservado» alberga más de 40.000 patos y 5.000 garzas. Así, abogaba por «compatibilizar» los usos en beneficio de la fauna.