Los vecinos y las vecinas de La Punta son lo mejor de esta pedanía. Sin duda. Porque son supervivientes y resilientes. Pese a las múltiples agresiones urbanísticas que ha sufrido su pueblo, según explica el presidente de la Asociación de Vecinos Vicente Romeu, sigue habiendo una población consolidada de unas 2.200 personas. El problema es que cada vez se hacen más mayores y las parejas jovenes se marchan fuera por la falta de recursos y servicios.
Basta darse una vuelta por el pueblo para entenderlo. En lo que fue un floreciente polígono en los años 80 hoy hay una larguísima arteria principal que ejemplifica cómo no urbanizar las calles. Hay bordillos de hasta 40 centímetros de altura, aceras sin pavimentar, poderosos árboles cuyos troncos impiden pasar a los viandantes y los alcorques, que por la falta de mantenimiento, son auténticos viveros de flores. Incluso, en la antigua fábrica Clesa, las palmeras han caído sobre las aceras y las raíces las han reventado. En los caminos y viales que rodean el casco urbano proliferan los vertederos ilegales. El fenómeno del chabolismo va y viene, en las alquerías de huerta, en el mismo pueblo, y ahora bajo la Autopista del Saler. Y todo este retrato se resume en la palabra tristeza. Por ello, Romeu reclama un plan integral que ayude a mitigar tantos años de abandono.
