València tuvo ayer su particular Cumbre del Clima y sirvió como escenario para que la ciudad de València hiciera su particular aportación. La anunció el alcalde, Joan Ribó, durante la conferencia «A Plastic Ocean» de la periodista y activista Jo Ruxton, organizada por Global Omnium en l'Oceanográfic. Avanzó la iniciativa «València, Ciutat Lliure de Residus Plàstics», una declaración de intenciones y un plan de acción. Que tendrá su máxima expresión en lo que la propia Ruxton considera la mayor atrocidad del mundo moderno: el empleo masivo de envases de plástico para el consumo de agua potable. En ese contexto, Joan Ribó anunció que se va a poner en marcha un concurso de ideas para la instalación de nuevas fuentes municipales donde, al igual que se está poniendo en marcha en los centros de trabajo, los ciudadanos puedan recargar sus botellas para consumo doméstico, sin tener que recurrir a la adquisición masiva de usar y tirar. En los próximos días se darán a conocer más detalles sobre el concurso, aunque Joan Ribó dejó claro querer estimular la posibilidad de «retomar hábitos perdidos, como el de ir a la fuente a por agua». El alcalde dio a entender que una fuente recupera la esencia de pueblo «porque también es un elemento urbano de encuentro y socialización».

Obviamente, esto no soluciona la crisis mundial del plástico, ni siquiera el ciudadano. Pero es un paso «como la campaña para la eliminación de bolsas plásticas en los mercados municipales, o los vasos reutilizables que habrá en las próximas Fallas. O el aumento en un 40 por ciento de los contenedores para envases, la recogida de plásticos agrícolas en la huerta. O las 300 papeleras selectivas de residuos plásticos en zonas de gran aglomeración y en playas».

Argumentos que habría firmado Jo Ruxton, cuya conferencia llenó el auditorio, especialmente de un público juvenil que aprendió algunas de las verdades sobre la calamidad que supone la introducción del plástico en la sociedad de consumo, algo que empezó entre los años cincuenta y sesenta «cuando se presentaba como un triunfo la posibilidad de disponer de elementos de usar y tirar. Nadie en aquel momento se le ocurrió pensar lo que esto supondría». Numerosos concejales acudieron también a presenciar la charla.

¿Dónde está la isla de plástico?

Ruxton se lanzó al océano, en busca de esas islas de plástico, tan grandes como tres veces España «pero que no se ven en los satélites», extrayendo la conclusión de que el problema no es el plástico, sino el microplástico, porque botellas, envases y otros envoltorios «se van fragmentando con el tiempo». Y así, se trata de sensibilizar con imágenes duras, como los albatros muertos a los que se les abre el estómago para mostrar su contenido, con una compactada masa de trozos de plástico, o la recogida de una masa de plancton y microplástico, todo en uno.

«No estoy contra el plástico. Hay aplicaciones importantes para la humanidad» aseguraba mientras mostraba a dos bebés prematuros, alimentados y ventilados con tubos de plástico. "Pero sí que tenemos que actuar para dejar un planeta habitable a nuestros nietos". Poniendo ejemplos, como la isla de Tuvalu, un paraíso polinesio convertido en un vertedero y poniendo sobre el papel soluciones, que no pasan por tanto por limpiar lo ya existente como por evitar lo que llega «desde las desembocaduras de los ríos, que son el canal principal por el que el plástico llega a los océanos».

¿Hay esperanza? «He visto cambios legislativos y, sobre todo, cambios en los hábitos. Y sé que los jóvenes no van a permitir que esto continúe como hasta ahora».