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Los retos de las ciudades en plena COP25

El coche eléctrico solo es una parte de la solución en València

El cambio de motores de combustión por los de cero emisiones no resolverá, por sí solo, el problema de la movilidad metropolitana - Se debe apostar por el transporte público, la bici y por redistribuir el espacio urbano

El coche eléctrico solo es una parte de la solución en València

El Plan de Movilidad Metropolitana Sostenible del Área de València (PMoMe) continúa su lento desarrollo, pero ya en su borrador y el documento inicial estratégico recoge las claves para mejorar el desplazamiento de las personas que viven y trabajan en el entorno de la capital, además de propiciar un cambio de modelo para frenar el cambio climático y alcanzar unos objetivos de desarrollo sostenibles y respetuosos con el medio ambiente. El informe es rotundo: solo con una transición del actual modelo de motores de combustión hacia otro dominado por la electrificación y automatización de los modos de transporte no será suficiente. Es parte de la solución si se aplica en conjunción de otras medidas, como la apuesta por el transporte público, los modos no mecanizados (desplazamiento en bicicleta y andando) y una redistribución del espacio urbano, donde el vehículo privado pierda la posición dominante adquirida durante décadas. Pero si el modelo se basa en exclusiva en una transición de los vehículos de combustión hacia los de cero emisiones, el problema de la movilidad en el área metropolitana persistirá e incluso empeorará.

Lo cierto es que los gobiernos, ya sean locales, autonómicos o el estatal, progresan hacia un escenario más sostenible de manera lenta. Pocos son los ayuntamientos que se han atrevido a recuperar con firmeza el espacio público de las ciudades para los viandantes y los modos más sostenibles. Al paradigmático caso de Pontevedra, se le unen urbes como Vitoria, Barcelona y la propia València, que desde hace cinco años se tomó en serio este tipo de políticas. Con todo, los indicadores que evidencian el cambio climático animan a tomar medidas con más decisión y, sobre todo, rapidez.

Otras muchas ciudades, como la propia València, se han subido al carro de movilidad eléctrica, con bonificaciones en los impuestos, exenciones en zonas de aparcamiento y autorizaciones para acceder a zonas de circulación restringida. Además el gobierno central, desde hace años, dedica anualmente una partida para bonificar la compra de vehículos cero emisiones o a la instalación de cargadores en la calle. Europa también se ha volcado para propiciar este cambio tecnológico. Pero, ¿es suficiente?

Escenarios de futuro

El Plan de Movilidad Metropolitano de València prevé una serie de efectos sobre el medio ambiente y la movilidad en función del grado de desarrollo de las políticas e iniciativas que se lleven a cabo. Así plantea varios escenarios posibles. El primero sería no hacer nada, manteniendo las tendencias e inversiones actuales. El resultado se acercaría a la catástrofe: aumento de la congestión de tráfico e incremento de los tiempos medios de desplazamiento, penalizando además al transporte público. No solo aumentaría el tiempo en desplazarse al destino, sino también las distancia media recorrido si se mantiene el actual modelo de concentración de la población en la primera y segunda coronas metropolitanas (grandes urbanizaciones). Por consiguiente, la dependencia del vehículo privado aumentaría, y seguiría aumentando el parque automovilístico.

Sin hacer nada se disparan las malas noticias: las emisiones de CO2 seguirán en aumento, y, de acuerdo con las previsiones del Instituto Estadounidense para el Desarrollo de Políticas de Tráfico en el estudio «Tres revoluciones en transporte urbano», adaptadas al Área Metropolitana, se seguirán emitiendo a la atmósfera más de 5,5 millones de toneladas de CO2 anuales hacia 2050. «Las afecciones a la salud de los habitantes serán evidentes, con creciente incidencia de enfermedades respiratorias asociadas a la contaminación», indica el documento. La contaminación causa ya 350.000 muertes prematuras al año en la UE y hasta 26.000 fallecidos en España. Así de contundente.

Si no se apuesta por un nuevo plan de movilidad metropolitano el consumo energético seguirá en aumento -con riesgo de colapso de combustibles fósiles-, el ruido seguirá siendo un problema de primer orden y la accesibilidad para personas mayores más difícil. En definitiva, la calidad de vida empeorará.

El segundo escenario que contempla el PMoMe es invertir en transporte público «de la manera tradicional» sin apostar por reducir la presencia del automóvil privado. La conclusión es prácticamente la misma que en el escenario que no hacer nada.

Coche eléctrico

¿La solución es el coche eléctrico y autónomo? Los redactores del plan de la Conselleria de Política Territorial, Obras Públicas y Movilidad observan algunos beneficios en este escenario (se reducen emisiones, el ruido, el consumo energético fósil y en parte los desplazamientos obligados a trabajo, estudio y otros rutinarios), pero advierten de «importantes desafíos y posibles desequilibrios en el sistema de movilidad».

La conclusión es que podría empeorar la movilidad. ¿Por qué? Así lo explican: «En una etapa en la que la actual tecnología de los vehículos de automoción es sustituida por vehículos eléctricos hacia 2030 y por vehículos eléctricos y autónomos hacia 2050, la tendencia de movilidad hacia modos privados será fortísima, y el reparto modal del vehículo privado será claramente el dominante en la pauta de movilidad cotidiana.Los esfuerzos desplegados hoy en día de promoción de la bicicleta y la mejora del transporte público no serán capaces de contener esta evolución negativa hacia los desplazamientos en vehículo privado».

Así pues, si sigue dominando el transporte privado seguirá aumentado la congestión y los tiempos medios de desplazamiento, además de las distancias, pues cronificará que las personas vivan en grandes urbanizaciones.

La buena noticia es que las emisiones previstas para 2050 se podrían reducir hasta los 2,1 millones de toneladas de CO2 y se reducirá la afección en la salud, o el ruido en las ciudades. Sin embargo, el consumo energético seguirá subiendo, esta vez para satisfacer la demanda de electricidad. Así pues la mejora en la calidad de vida en el entorno urbano no será homogénea.

El escenario definitivo

El último escenario que contemplan los redactores del plan es el propio desarrollo de Plan de Movilidad Metropolitano, previsto para los próximos 12 años. Se apuesta por el salto tecnológico en el ámbito de la automoción eléctrica y autónoma, pero con varias claves importantes: la movilidad eléctrica ha de ser compartida, puesto que se debe priorizar el servicio a la posesión; se debe hacer una gestión adecuada del espacio urbano priorizando los modos no mecanizados con desplazamientos a pie y en bicicleta como los grandes protagonistas de la movilidad; por último el sistema de transporte colectivo (de alta capacidad) se deberá estructurar a través de grandes ejes de acceso a València, mientras que el resto de desplazamientos -el menor posible- se confiarían a los vehículos eléctricos particulares.

Se recomienda una apuesta decidida por el transporte público, incluso en infraestructura, lo que prevé que se dispare la cifra de viajeros en modo colectivo. En este escenario el reparto modal del vehículo privado será minoritario, mientras se espera «una aceleración notable» del uso de la bicicleta y modos no mecanizados.

Las consecuencias serán mayoritariamente positivas: disminuirá la congestión, los tiempos de desplazamiento y las distancias medias recorridas.El índice de motorización disminuirá sobre un 75 % con respecto a la actualidad. Las emisiones de CO2 disminuirán, de acuerdo con las previsiones, hasta los 0,8 millones de toneladas anuales hacia 2050. Las afecciones a la salud de los habitantes se también remitirán. Podrá contenerse el consumo energético asociado al transporte, dado el aumento de desplazamientos a pie y en bicicleta, y el ruido en las ciudades habrá disminuido, al tiempo que mejorará la accesibilidad. Se considera que la ciudad se humanizará «porque habrá más espacio para estar y menos espacio para transitar».

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